5ta Edición

2da Temporada

FIDEL EN LA RDA, MI PRIMER GRAN DESAFÍO COMO CORRESPONSAL

Fidel en RDA

Aún sin cumplir el primer año como corresponsal de Prensa Latina en la República Democrática Alemana, una llamada matutina de un funcionario de la cancillería de ese país a mi oficina en Berlín me puso en guardia: “José, ¿sabes algo de una visita muy importante mañana?” fue la pregunta que le escuché, continuada por la sorprendente observación: “puede que venga Fidel”.

Era el primero de abril de 1977, y se celebraba –como en toda Europa- el Día de los Inocentes, cuando por lo general se hacían bromas de diversas clases a conocidos y amigos. Mi respuesta bastante lacónica fue en consonancia con la fecha: “Hay cosas con las que yo no juego”, le dije. Con voz seria, de persona responsable, y en perfecto español, escuché del otro lado: “yo tampoco”.

Me di cuenta que con ese telefonazo me estaban adelantando un gigantesco “notición”, mi primer gran desafío profesional en tierras germanas.

Llamé a la oficina del embajador, Nicolás Rodríguez, para advertir de la llamada  y lancé una tímida línea por teletipo a mi distante oficina central diciendo que “algo muy importante parece que sucederá aquí”. A continuación, me trasladé a la sede diplomática cubana, donde al mediodía recibí la confirmación y las ideas del programa de la inesperada visita.

A partir de entonces, todo sucedió tan rápido que sólo con la ayuda de los despachos elaborados a toda prisa y de mi modesta cámara fotográfica logré reconstruir luego los distintos episodios que reporté con la urgencia que requería el acontecimiento. Fue la primera gran prueba de fuego de mi vida de corresponsal en el extranjero.

Fidel llegó el primer sábado de la primavera alemana, cuando era de suponer que la mayoría de los citadinos pasaban el fin de semana fuera de la urbe. A contrapelo de ello, la movilización popular para recibirlo fue la mayor de las recordadas en esa nación nacida del triunfo antifascista en la Segunda Guerra Mundial. Y ello caracterizó ese fin de semana tras el cual, Fidel siguió viaje hacia la Unión Soviética.

Acompaño a esta nota con algunas fotos que tomé a su llegada el día 2, al aeropuerto de Schönefeld y del recibimiento que le hiciera Erich Honecker, Primer Secretario del Partido Socialista Unificado de Alemania, y que he conservado como tesoro íntimo. Añado una en la que aparezco como bisoño aprendiz de reportero gráfico. Sobre el borde izquierdo de la gráfica.

Quiero recordar algunas de las ideas que ese mismo día expusiera el Comandante en Jefe en la cena que le ofrecieron las autoridades de la RDA en el Palacio de la República, de Berlín, de la que fui testigo y reportero.

“Recorrimos el África y dimos una larga vuelta por toda la región, conversando con los dirigentes revolucionarios, observando la situación en todas partes, la lucha entre el imperialismo y el mundo subdesarrollado, la lucha entre el capitalismo y el socialismo, la lucha entre la opresión y la libertad, la lucha entre la discriminación y la igualdad…

”… El revolucionario es una síntesis de la sensibilidad humana, del sentimiento natural de rechazo a la injusticia y a la opresión, con la filosofía científica del marxismo-leninismo. Yo mismo, antes de ser marxista, era utópico. Me parecía que aquella sociedad capitalista era un disparate completo, absurdo. Y cuando siendo estudiante leí el Manifiesto Comunista, empecé a dejar de ser un socialista utópico para ser un socialista marxista. No sé bien todavía cuánto me queda de utopista y cuánto tengo de marxista-leninista, quizás sea incluso un poco soñador. Pero veo claro, muy claro, que nuestro mundo no tiene solución sin la revolución, sin el socialismo, sin el marxismo-leninismo” (APLAUSOS).

“Mientras más madura mi conciencia política, más admiro a Marx, porque él vio la solución con el corazón, con la inteligencia, con la ciencia y con la conciencia. y veía la humanidad futura como una sola familia, y los recursos naturales del mundo al servicio de toda la humanidad, y la ciencia y la técnica de los países más desarrollados volcarse hacia los más atrasados y pobres para crear condiciones de progreso, de bienestar y de justicia para toda la humanidad….

“Después de la Revolución de Octubre enormes cambios han ocurrido en el mundo, pero la tarea que tenemos por delante es en realidad grande. Si lo que el hombre hizo hasta hoy es mucho, lo que tendrá que hacer en el mañana es mucho más. Tenemos al imperialismo, al neocolonialismo y al capitalismo todavía en una gran parte del mundo, y tenemos el deber de seguir luchando por la transformación de la sociedad humana por los caminos correctos, los caminos revolucionarios, a la vez que preservamos la paz, para evitar que en su desesperación el imperialismo prefiera destruir la humanidad antes que ver el triunfo de la justicia en nuestro planeta…” (subrayado es mío)

A tantos años de aquel discurso, aún lejanos los episodios que llevarían a la desintegración de la Unión Soviética y el campo socialista, las ideas de Fidel entonces adquieren aún mayor relevancia para los que siguen (seguimos) comprometidos con sus enseñanzas y los ideales que le llevaron a ser quien fue, sigue y seguirá siendo: un adalid de las causas justas y un humanista sin paralelo ni fronteras.