La Madre Naturaleza nos sorprende cada día, con la aparición de lugares y accidentes geográficos que superan las maravillas ya conocidas sobre la superficie terrestre, sólo que en este caso se trata de un fenómeno natural bajo las aguas del mar: las cataratas más altas del mundo.
Esta cascada se encuentra en el Estrecho de Dinamarca, ubicada entre Islandia y Groenlandia, con una caída vertical de 3.500 metros, tres veces más grande que el famoso Salto Ángel de Venezuela (979 m que es la más alta de la superficie terrestre), con un caudal de aproximadamente cinco millones de metros cúbicos de agua por segundo, superando por mucho al de las Cataratas de Iguazú (Suramérica) o el Niágara (en la frontera entre Canadá y Estados Unidos), esta última con un flujo de 168 mil metros cúbicos de líquido por minuto.
Su origen se debe a la diferencia de temperatura entre las frías y densas aguas del Mar de Groenlandia y las corrientes más cálidas del Atlántico, generando un importante flujo oceánico que regula el clima global. El agua fría es más densa y se hunde, creando una enorme cascada submarina, con un ancho alrededor de 480 kilómetros. A diferencia de las cataratas terrestres, sus aguas caen lentamente a una velocidad de 0.5 metros por segundo.
El Mar de Groenlandia es la parte más septentrional del océano Atlántico Norte, inmediatamente al sur del Océano Ártico. Está localizado entre la costa oriental de Groenlandia, las islas Svalbard, la isla de Jan Mayen e Islandia. Comprende aproximadamente 1 205 000 kilómetros cuadrados.
Debido a que esta cascada se encuentra debajo de la superficie marina es invisible para el ojo humano y solo fue descubierta mediante investigaciones oceanográficas. Su formación se debió a la acción de los glaciares durante la última Edad de Hielo, que excavaron el fondo marino, creando las condiciones para el surgimiento de esa majestuosa caída de agua submarina.
La última glaciación en la Tierra, o Edad de Hielo, conocida con el nombre científico de Würm, se calcula que comenzó hace unos 110.000 años y terminó alrededor del 9.700 a.e.c, dando comienzo entonces al Holoceno, que es el periodo de clima templado actual.
Las cataratas, en general, forman parte de las corrientes oceánicas que regulan el clima global, transportando calor desde los trópicos hacia los polos y jugando un papel crucial en el equilibrio del clima en la Tierra, constituyendo un elemento vital para la biodiversidad marina, proceso actualmente en riesgo por los efectos del cambio climático.