Aunque la atención al anciano ha alcanzado logros notables, en el análisis de la sexualidad en la tercera edad aún persisten actitudes que tienden a rechazar, o ignorar la existencia de la actividad sexual en la tercera edad.
Se realizó una revisión bibliográfica, con el propósito de reflexionar sobre algunas consideraciones relacionadas con la sexualidad en el adulto mayor donde se pone de manifiesto que la sexualidad en la tercera edad parece tener dos explicaciones.
En primer lugar, la indirecta asociación establecida entre sexualidad y reproducción, mediante la cual se considera que sólo es «normal» la actividad sexual durante la edad reproductiva y, por lo tanto, los ancianos, no tienen por qué practicarla.
En segundo lugar, la existencia del prejuicio «viejo enfermo» tan fuerte que se instala en el destinario del prejuicio e incluso en el personal médico y de enfermería, que atiende a los ancianos.
Los problemas sexuales son capaces de producir empobrecimiento emocional y por tanto empeorar la calidad de vida del anciano. La historia sexual deberá formar parte de la historia clínica general para brindar una atención integral al anciano donde se incluyan los aspectos relacionados con su sexualidad.
La sexualidad infantil y la del viejo están negadas por las corrientes del pensamiento que afirman que la sexualidad humana está sólo al servicio de la reproducción. El anciano, presuntamente, no está en condiciones de reproducirse, por lo que el uso de su sexualidad es imposible. Todo uso sería «perverso». Por lo tanto, debe reprimirse.
La reproducción está disociada del placer erótico a todas las edades, aun en las propiamente reproductivas, gracias a la cultura, y cada vez con mayor éxito.
Si los ancianos no se reproducen, ello redunda en beneficio de su sexualidad, pues «naturalmente» como lo sugieren los moralistas ¨biologistas¨, están liberados del temor del embarazo. Y pueden, por tanto, entregarse libremente a la actividad sexual placentera. Se describen casos de mujeres que, exacerbada su libido por el predominio relativo de andrógenos, en la postmenopausia, llegan al orgasmo por primera vez en sus vidas.
Miseria erótica
Es cierto que el ideal de belleza es juvenil. Simbólicamente, la vejez nunca fue representante de la belleza y capacidad seductora. La cultura erótica de nuestro tiempo ha modificado, en algo, ese ideal de belleza. Nuestra cultura ha sabido combatir la miseria erótica.
Se dice que la multiparidad de las mujeres, que rápidamente envejecía, producía la caída de los senos, les provocaba várices, prolapsos uterinos, cansancio crónico por el cuidado de muchos hijos, afeaba a las mismas. Al punto que una de las explicaciones de la poligamia se asienta sobre este aserto, pues el harén debía ser renovado con sangre nueva y piel turgente.
Se ha disminuido el número de hijos, en ciertas épocas se usaba de nodrizas para los hijos de damas poderosas que no deseaban perder su poder erótico. En Cuba hoy tenemos recursos en la cirugía plástica para los senos, arrugas y la obesidad; dietas especiales para mantener la línea armónica del cuerpo, gimnasia, cosméticos de todo tipo. Y todos los artefactos que enriquecen la eroticidad objetiva del anciano, es decir, su capacidad de despertar el deseo del otro.
La miseria erótica es otro de los mitos sobre la ancianidad. Se afirma que son incapaces de experimentar placer (eroticidad subjetiva) y que son incapaces de despertar deseo en otros (eroticidad objetiva).
Frecuencia de la actividad sexual
La actividad sexual disminuye con la edad, manteniéndose con una frecuencia variable, dependiendo de las características de la población estudiada. Cabe destacar que la gran mayoría de los estudios demuestran claramente que la frecuencia de las relaciones sexuales disminuye con la edad y que el mantenimiento de la actividad sexual en los ancianos depende principalmente de:
• Buen estado de salud físico y mental.
• La existencia de un compañero/a sin limitaciones.
• La historia sexual previa.
Así, aquellos sujetos con una actividad sexual habitual y periódica durante otras etapas de la vida, tienen mayor probabilidad de mantener esta actividad cuando envejecen.
Cambios en el patrón sexual en el anciano
Como se ha mencionado previamente, el comportamiento sexual en la vejez depende de muchos factores: salud en general, disponibilidad de un compañero(a) sano(a), personalidad, actitudes hacia y de los otros, nivel de educación, nivel social, creencias sexuales, actitud sexual previa, intereses y prácticas previas, grado de satisfacción con la vida, etc.
La sexualidad en el anciano debe considerarse en una forma amplia e integral, incluyendo en ella tanto componentes físicos como emocionales. Por ello, se acepta como normal en el anciano ciertas modificaciones en el patrón sexual considerado como estándar si se relaciona con el adulto joven; estas serían: disminución del número de coitos y el aumento proporcional de otras actividades sexuales como las aproximaciones físicas, caricias, ratos de intimidad emocional, de complicidad, relaciones de compañía o masturbaciones.
La prevalencia de la masturbación se explica, en muchos casos, por la existencia de una pareja incapacitada y por la frecuencia de viudez en edades avanzadas. Esto, unido al rechazo social que existe hacia el establecimiento de una nueva pareja, serían factores que propiciarían la satisfacción sexual mediante la masturbación.
El cese de la actividad sexual no es un suceso exclusiva y necesariamente cronológico sino que depende de muchos factores como el estado de salud y el grado de incapacidad física y mental (tanto del sujeto como de su pareja), la frecuencia y la calidad de las relaciones sexuales previas, la mal interpretación e inadaptación a los cambios fisiológicos propios del envejecimiento, la situación afectiva y calidad de la relación con la pareja y con otras personas, y de otros cambios en el papel social del anciano, como la viudez, el cambio de domicilio, la institucionalización y las crisis de salud.
Factores que influyen en la conducta sexual del anciano
1.- Falta de pareja
Esta es la causa que más provoca la abstinencia sexual en el anciano, sobre todo en la mujer, téngase en cuenta que los hombres mueren como término medio 7 años antes que la mujer.
2.- Deterioro de la relación matrimonial
Este aspecto es uno de los que más se observa en como causa de trastornos sexuales en la tercera edad. Existen tendencias que deben combatirse en la pareja y que son entre otras la monotonía en las relaciones sexuales hacer siempre lo mismo de la misma forma y los problemas de comunicación. Dados porque solo de habla de los problemas de la casa, de los hijos, nietros o del trabajo, pero no de otros temas íntimos que son de interés de ambos miembros y que contribuyen a rescatar la intimidad de la pareja.
3.- Falta de privacidad y las condiciones de la vivienda
Condiciones domésticas. El síndrome de la abuela esclava es otra forma de maltrato frecuente en el siglo XXI, descrito sobre todo en países hispanoamericanos, que afecta a mujeres ancianas con gran carga familiar, voluntariamente aceptada durante muchos años, pero que al avanzar la edad se torna excesiva.
Si la mujer no expresa claramente su agotamiento (o lo oculta), y sus hijos y esposo no lo aprecian y le ponen remedio, la sobrecarga inadecuada provoca o agrava diversas enfermedades comunes: hipertensión arterial, diabetes, cefaleas, depresión, ansiedad y artritis y perdida del deseos sexual.
La incapacidad física secundaria a enfermedades es uno de los hechos que con mayor frecuencia lleva al cese de la actividad sexual.
También pueden influir en la declinación de la actividad sexual en ancianos la falta de intimidad y las alteraciones anatomo-fisiológicas propias del proceso de envejecimiento tanto en el hombre como en la mujer pueden limitar la actividad sexual lo cual no quiere decir que el anciano no pueda disfrutar de la actividad sexual plenamente.