LOS ATRASADOS DE LA TECNOLOGÍA

Cuando el auge de las multiplataformas de Internet domina en 2024 la comunicación social –o tratan de hacerlo-, parecería absurdo salir en defensa de los textos y herramientas habituales, en que el talento, el buen gusto y la cultura individual llenan todavía los espacios de periódicos y revistas en el planeta.
Porque, aunque hay miles de páginas Web –quizás millones– la prensa escrita sigue saliendo y se sigue leyendo por quienes pueden hacerlo. los letrados, pues hay más de 800 millones de personas de seres que no han tenido acceso a la lectura y a la escritura. .
Además, no a todos les gusta adentrarse en un artículo en una pantallita de teléfono, ni ver una película en una computadora.
A mi modo de ver, los superdefensores de que el mensaje sea simplificado mediante la tecnología, reducidas al mínimo las palabras sustituidas por podcast, mensajes de X, infografías, audios y otras herramientas actuales, cometen un grosso error al defender, contra la lógica de lo vivencial, lo que ocurre en realidad de manera dimensional.
No hay que ir a extremos, pero si –como dicen ahora– ¨aterrizar¨ en el planeta Cuba, una nación pequeña, subdesarrollada y para repetir lo que siempre decimos bloqueada durante 60 años por la mayor potencia mundial. No hay mucho que discutir: seguirá siendo la radio, esa bendita radio que funciona con batería, la más buscada fuente de información en Cuba.
Puede usted tener el andamiaje más moderno, los técnicos más sabihondos, las formulaciones más simples, coloridas, fragmentadas para no pensar mucho –pues se dice que hay que vivir rápido hasta el vértigo– para entregar a las poblaciones las noticias, comentarios y análisis.
Surge siempre una pregunta, quizás de Perogrullo, porque las estadísticas que brindan sobre sus usuarios, sobre todo las compañías que trabajan la Internet y ganan miles de millones de dólares anuales. ¿Quiénes consumen las posibilidades que ofrece la red de redes?
Se calcula que en 2024 habrá alrededor de 5 000 millones de usuarios mensuales activos procedentes en gran parte de Europa, América y Asia. Las estadísticas no mencionan África.
Aunque son miles de millones los que poseen un celular –el medio idóneo para adentrarse en el submundo de la irracionalidad y la ignorancia envueltas en redes sociales o plataformas de diversa índole-. Se estima que los usuarios expresan mayormente en las multiplataformas sus deseos de comunicarse, buscar amistades, enamorarse. Entonces, cuántos en realidad las emplean para estar informados de lo que ocurre en este mundo.
¿En este planeta donde habitan más de ocho mil millones de seres humanos, cuántas personas tienen celular o computadora? ¿Cuántas un televisor? ¿Cuántas una radio? ¿Y para que emplean cada uno de estos artefactos?
Puede usted pensar en la sociedad informatizada ideal, donde cada uno tenga su celular, con Internet gratuita, sin piratas, sin investigadores de distintos aparatos de seguridad nacional, sin groseros, sin odiadores, sin nazis. Ideal de verdad.
Experiencias negativas hay muchas y una colectiva que es decisoria. Todo ese andamiaje tecnológico se reduce a cero con un solo guiño de la electricidad. Basta una rotura en la red eléctrica nacional –hasta un rayo que caiga cerca de la planta transmisora de señales– para que usted quede incomunicado, pierda la información, no hablemos ya de los virus introducidos y los robos de información de los hackers, capaces de penetrar en los artefactos con cortafuegos considerados impenetrables. Entran, roban y salen, cada vez con más conocimientos y sabiduría, en oficinas gubernamentales, partidos políticos, movimientos sociales. Una plaga muy bien pagada considerada necesaria como parte de la Inteligencia para la seguridad nacional.
Esta reflexión, que puede o no gustarles a muchos, o algunos al menos, es un llamado a no olvidar lo que puede ser de gran utilidad para la comunicación social. Cuba es un ejemplo. Isla arrasada cada año por fenómenos naturales, queda a oscuras en parte durante días. No hay Internet ni celular qué rebase esa ceguera tecnológica. Entonces hay que acudir a lo que muchos consideran “viejo” o ultrapasado. La radio, con su sencilla batería, dando las noticias, alertando, orientando. La sencilla radio.
Entonces, dejémonos de tanta artillería pesada que incluso subestima la posibilidad del conocimiento de la tecnología a los adultos mayores y miremos nuestras realidades en la comunicación social.
Los llamados periodistas integrales son posibles, sí, pero hay que estar conscientes de que todos no somos buenos en todo, sin importar las edades. Y que existen los equipos de informáticos para lograr la mejor comunicación en los medios y no entregarle a los periodistas la responsabilidad de olvidarse de escribir para convertirse en un tecnólogo. ¿quedarnos atrás?, no. Pero tampoco subestimar. Hay que saber escribir, y bien, para que quienes decidan hacerse “integrales” se unan a la rumba de la tecnología del siglo XXI. Y cuando quieran escribir un artículo o un libro se den cuenta de que se les olvidaron las palabras, los giros, las metáforas, la belleza del lenguaje.
Quien se crea que tiene cogido al toro por los cuernos porque domina la informática, ante todo debe razonar que no vivimos ni en Estados Unidos ni en Europa, aunque muchos piensan que somos los bárbaros en Internet. Que radican en una nación desarrollada donde las mercancías, los alimentos y los taxis se pagan con tarjetas. Según la firma Internet World Stats en el pasado año casi un 24 por ciento de la población mundial estaba conectada a la web: estamos hablando de alrededor de unos 1 600 millones de personas, De estos 1 600 millones de internautas, casi un 11 por ciento son latinoamericanos, quienes hacen un uso muy peculiar de las herramientas, en especial Facebook e Instagram.
Pero eso es tema para otro comentario.

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