Cuba, más en tiempos de crisis económica, es un escenario de rumores, bolas y mentiras, –y también verdades– que pululan en la población ávida de información oficial sin tapaderas, pues en la mayoría de los casos se trata de asuntos que inciden en la sociedad en su conjunto.
Los cubanos, en general, y más los de a pie, los que carecen de remesas enviadas desde los cuatro puntos cardinales por familiares –no todos los emigrantes locales están asentados en Estados Unidos–, los que cobran bajos salarios y pensiones, esperan con avidez las noticias sobre elementos básicos para la supervivencia.
Basta que se conozca que en tal periódico o espacio televisivo se tratará un tema que les concierne y de inmediato el foco social recae sobre el informativo.
En la mayoría de las ocasiones hay falsas alarmas de mejoría en determinados ítems de la cotidianeidad. Un ejemplo fue la Mesa Redonda del 21 de mayo donde comparecieron funcionarios de alto rango del Ministerio de Minas y Energías, uno de los pocos organismos que casi de manera habitual informa al pueblo de los acontecimientos que le competen, en este caso el Sistema Energético Nacional.
A pesar de los apagones de hasta 20 horas diarias en algunas provincias, de la crítica situación con las divisas, la gente tenía esperanzas de que los dirigentes de la Unión Eléctrica hablaran sobre una mejoría del sistema en los llamados meses de verano –julio y agosto– que coinciden con las vacaciones escolares y por ende con las de una buena parte de la familia. Noticias que aliviarían el pensamiento de cómo vivir esos meses con los termómetros al tope sin poder pasarse días en un centro recreativo para mitigar el calor. No hay dinero para ese lujo en estos momentos.
Con igual interés esperan las siempre frustrantes noticias del Ministerio de Comercio Interior, las de la Industria Azucarera, y de otros organismos vinculados a la alimentación, los medicamentos, la llegada del combustible –desde el petróleo hasta el gas licuado– el transporte, el aumento de salarios y pensiones, siempre anunciados y en espera.
Esa carencia informativa, de una parte, y triunfalista muchas veces en la otra, dan pie a que cualquiera –algunos ingenuos con buenas intenciones y otras con las peores– echen a rodar un rumor, una bola (que se identifica con noticias falsas mayormente), una mentira, y de cuando en cuando una verdad.
Solo dos ministerios –el de Transporte y el de Minas y Energías– quedan fuera de la lista de los callados, ellos son de los que dan seguimiento a los problemas, que no son suyos, sino que competen a una nación y sus habitantes, quienes aunque resisten como héroes, también sienten la depresión, la ansiedad y el desasosiego por una situación interna cercana a la quiebra de las instituciones estatales.
Los primeros meses de este 2025 son una muestra de la lejanía entre realidad y quizás un rumor, una bola y una mentira que alguien escuchó en alguna parte. Nunca lo sabremos.
Entonces, no hay que volver a decir, porque repetir y repetir no equivale a convencer, que la falta de una información rápida y veraz es capaz de destruir cualquier amago de los enemigos que aprovechan el desaliento de una gran parte de la población, en especial la de menos ingresos.
Muchos se preguntan para qué el gobierno creó el Instituto de Información y Comunicación Social si su principal objetivo es desplegar el conocimiento de cuanto atañe al pueblo a partir de los municipios, que debían ser el centro de la estrategia política del Partido Comunista de Cuba para la actualidad y para los próximos años, y como saben los habitantes de esas comunidades poco se hace y se ha hecho en los últimos años, más allá de la pandemia de la Covid-19 y el bloqueo económico, comercial y financiero que Washington mantiene contra la isla desde hace seis décadas.
¿Quién puede decir con sinceridad que conoce a los dirigentes municipales del Poder Popular? ¿En qué gasta el presupuesto anual asignado a partir del 1% de las tributaciones?¿Qué información les llega por la vía de los comunicadores sociales que laboran a esas instancias?
La Caja de Pandora se abrió con el tarifazo que el monopolio estatal de las telecomunicaciones ETECSA quiso imponer a la población en su conjunto, con la salvedad de aquellos que, por sus cargos estatales o políticos, cuentan con teléfonos pagados por el Estado.
El error cometido por la falta de una comunicación social imbricada en las necesidades de la población, la falta de claridad en la información referida por la dirección de ETECSA, su evidente desvinculación de la realidad económica de la sociedad y su imposición de un pago imposible de asumir para la telefonía digital causó una indignación generalizada cuyas consecuencias, aunque las rectificaciones oficiales no faltaron, todavía podría tener otros ribetes pocos favorables a los decisores que olvidaron un principio político: con el pueblo hay que contar antes de tomar cualquier medida. Lo dijo el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, pero al parecer olvidaron lo que el político más inteligente de este país en el siglo XX dejó como legado.
Queda claro que en este embrollo nada tiene que ver el citado Instituto de Información y Comunicación Social (nombre que le queda bastante grande), y sí las decisiones del Partido Comunista de Cuba y el gobierno nacional que, por cierto, no es la primera vez que se equivocan luego de la partida física del siempre líder de este país, Fidel.
Una vez más le dimos trigo al enemigo que siempre rastrea cualquier equivocación que pueda cometer el Ejecutivo cubano para arremeter contra el prestigio de la Revolución Cubana y sus dirigentes, quienes al parecer también olvidaron el proverbial pensamiento de Ernesto Che Guevara: al imperialismo ni un tantito así. En esta ocasión, como en muchas otras, no fue un tantito.