José Martí tanto en su modo de actuar como en lo que proclamara en poemas, cartas, trabajos periodísticos y discursos evidenció el gran amor y el valor que le concediera a la presencia y labor de las mujeres en la vida de los pueblos.
Él incluso llegó a exponer en un trabajo titulado De las damas cubanas reflejado en el periódico Patria en la edición correspondiente al 7 de mayo de 1892 que las campañas de los pueblos sólo son débiles, cuando en ellas no se alista el corazón de la mujer…

Desde la etapa de su juventud entre los primeros poemas que creó, hizo referencia a su querida madre Leonor Pérez, a la que le patentizó:
Madre del alma, madre querida,
Son tus natales, quiero cantar;
Porque mi alma, de amor henchida
Aunque muy joven, nunca se olvida
De la que vida me hubo de dar
También con el decursar del tiempo en diversas obras poéticas hizo alusión a otras mujeres como a varias de sus hermanas, así como a su esposa Carmen Zayas Bazán, acerca de la cual señaló:
Es tan bella mi Carmen, es tan bella,
Que si el cielo la atmósfera vacía
Dejase de su luz, dice una estrella
Que en el alma de Carmen la hallaría.

Igualmente trató con respecto a otras féminas con las que mantuvo una estrecha amistad, como la joven guatemalteca María García Granados, y a algunas a las que admiró por su belleza y expresividad desde el punto de vista artístico como fue el caso de una famosa bailarina española que él pudo apreciar en una de sus actuaciones en Nueva York.
Martí, a manera de dedicatorias o como un saludo fraternal, también creó poemas a otras mujeres y planteó reflexiones sobre cómo debían ser consideradas o tratadas.
Por ejemplo, en la tercera y última cuarteta del trigésimo octavo Verso Sencillo, que creó en 1890, señaló:
¿De mujer? Pues puede ser
Que mueras de su mordida;
¡Pero no empañes tu vida
Diciendo mal de mujer!
Además, ya con antelación uno de los Versos Libres a los que calificó como tajos de sus entrañas y como sus guerreros, tiene como título tan sólo la palabra Mujeres. Este poema está estructurado en cuatro partes.
Hay igualmente una buena cantidad de poemas de Martí que él identificó con el nombre de una mujer en específico.
Así están los titulados Magdalena, Carmen, María, Rosario, por tan sólo citar éstos a manera de ejemplo, y los que identificó como Patria y Mujer y Mi tojosa adormecida.
Ese último poema citado está conformado por tres partes. En la inicial detalló:
Mi tojosa adormecida,
Delicada perla enferma,
¿Qué padece mi tojosa?
¿Quién me oscurece mi perla?
En sus obras poéticas trató acerca de la mujer en forma integral. Precisamente a modo de ejemplo de lo que he señalado cito el fragmento inicial del poema titulado Redención en el que planteó:
Mujer, mujer, en vano es que la vida
Sin ti vertiendo sangre de dolores
Como una virgen pálida y herida
La tierra cruce deshojando flores.
Mujer, en vano que la encienda
La abrasadora lengua de los sabios
Sin que este pobre corazón entienda
El lenguaje de amor vivo en tus labios.
En esta obra Martí resaltó la trascendencia que le confería a la existencia de la mujer en la vida de un hombre. Y metafóricamente hablando se refirió además al simbolismo de la existencia de las mujeres al expresar:
Mujeres son las lágrimas perdidas
De esas pobres estrellas amorosas
Que cruzan por el cielo de las vidas,
Augurio y sombra de almas misteriosas.

Como hombre sencillo y apasionado Martí igualmente interrelacionó en sus creaciones la presencia de la mujer con el amor, incluso resaltó el simbolismo que le atribuyera a un beso de mujer en un poema identificado como Haschisch reflejado en la Revista Universal de México en la edición del primero de junio de 1875. Allí nuestro Apóstol enfatizó:
Nadie sabe el secreto misterioso
De un beso de mujer: yo lo he sabido
Es un arrobamiento luminoso
Más allá de sus poemas, Martí además hizo alusión a las mujeres en varias de las obras de teatro que concibió, como por ejemplo el proverbio Amor con amor se paga, o el drama Adúltera, así como en la única novela que escribió, es decir Amistad funesta, que igualmente suele ser conocida como Lucía Jérez, nombre del principal personaje femenino de dicha obra.
En distintos trabajos periodísticos reflejó temas relacionados con mujeres y de manera esencial expuso consideraciones muy significativas. Precisamente en un trabajo publicado en el periódico “Patria” el 29 de abril de 1893, titulado Los cubanos de Filadelfia, al resumir la trascendencia que le atribuía a la presencia de la mujer en cualquier obra humana destacó que nada perdura sin la gracia de la mujer, de instinto, divisa la verdad, y la precede.
Otras valoraciones suyas sobre la trascendencia que le concediera a las mujeres también se aprecian en un trabajo titulado “La mujer santa”, publicado en el periódico “Patria” en este caso en la edición del cinco de abril de 1894. Martí enfatizó que delicia y manantial de orgullo, es una mujer valiente y abnegada.
Si hiciera falta otro ejemplo para comprobar la trascendencia que le atribuyó Martí al papel de la mujer, cabe recordar otro fragmento de uno de sus trabajos, en este caso también publicado en La Opinión Nacional de Caracas, el 29 de marzo del año citado, en el que manifestó: “Es una mano de mujer, vara de mago, que espanta búhos y sierpes, y ojos de Midas, que trueca todo en oro.”
Martí igualmente comentó acerca de las características que debían tener las mujeres para ser consideradas en forma cabal.
Acerca de ello se refirió en una carta que le escribió a la joven María Mantilla, fechada en Cabo Haitiano el 9 de abril de 1895, cuando ya estaba próximo a llegar al territorio cubano para participar de modo directo en la nueva etapa de la guerra por la independencia.

Al referirse a la elegancia, le explica que ésta se encuentra en el buen gusto y no en el tipo o el costo del vestuario.
En relación con esto le llega a precisar: “La elegancia del vestido –la grande y la verdadera, -está en la altivez y fortaleza del alma. Un alma honrada, inteligente y libre, da al cuerpo más elegancia, y más poderío a la mujer, que las modas más ricas de las tiendas. Mucha tienda, poca alma. Quien tiene mucho adentro necesita poco afuera. Quién tiene mucho afuera, tiene poco adentro, y quiere disimular lo poco.”
Martí también le dice a María Mantilla: “Quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera belleza prestada: se sabe hermosa, y la belleza echa luz. Procurará mostrarse alegre, y agradable a los ojos, porque es deber humano causar placer en vez de pena, y quién conoce la belleza la respeta y cuida en los demás y en sí.”

Le aseguró que no se debe poner en un jarrón de China un jazmín; y precisó que debe ponerse el jazmín, sólo y ligero, en un cristal de agua clara.
Y le agregó seguidamente: “Esa es la elegancia verdadera: que el vaso no sea más que la flor.”
En su tierna carta a María Mantilla, finalmente Martí le expresó otro principio esencial a tener en cuenta por ella para llevar adelante su vida en forma virtuosa.
Le significó: “Pasa, callada, por entre la gente vanidosa. Tu alma es tu seda.”
Y le añadió como queriendo llegar con sus palabras al corazón de la joven e influir de manera esencial en sus sentimientos: “Siéntete limpia y ligera, como la luz.”