La discriminación racial, profundamente arraigada en Estados Unidos (EE.UU.) y lo propicio que resulta el tema para su manipulación por los políticos, son factores en la compleja e importante problemática inmigratoria, a la que se suma de manera muy marcada la mercantilización y el creciente papel de intereses corporativos privados en la aplicación del programa de control fronterizo.
Algunas de las más grandes empresas de fabricación de armas en el mundo (así como otras empresas de seguridad y de las nuevas tecnologías), están impulsando y lucrando con la militarización de las fronteras estadounidenses.
Como es sabido, desde que se lanza a su primera campaña presidencial en 2015 y en adelante, Donald Trump ha utilizado un lenguaje peyorativo, nacionalista y xenofóbico contra los inmigrantes procedentes de México con el propósito de ganar adeptos entre ciertos segmentos de la población. Fueron planteamientos abiertos y anuncio claro de sus intenciones. Al obtener su reelección en noviembre de 2024, Trump considera que cuenta con el mandato de sus votantes para llevar a cabo la mayor deportación de inmigrantes ilegales en la historia de EE.UU.
Para ello, además de deportaciones, proyectan acciones inauditas y abusivas como la de enviar a la base de Guantánamo -la que han hecho famosa al haberla utilizado como una prisión de torturas-, a unos treinta mil de aquellos inmigrantes que no cuenten con residencia ni documentación legal.
El tema migratorio es uno de los más polémicos en la actualidad en EE.UU. y es propicio para la demagogia y las posturas populistas de numerosos políticos, aturden a los ciudadanos, y redunda en la adopción de las medidas más duras. Desde su arribo, inmigrantes provenientes de varios países de procedencia enfrentan un ambiente hostil o son poco tomados en cuenta e incluso, muchos estadounidenses no los ven como seres humanos. No son pocos los que son víctimas de actos de violencia, en medio de la carencia de algún programa de gobierno que los proteja medianamente.[1]
El trato abusivo y de desprecio a inmigrantes se produce, paradójicamente, cuando la mano de obra mejicana, y la proveniente de otros países del sur, se convirtió en una necesidad de primer orden para el desempeño de importantes tareas en la producción y los servicios, en ramas tales como la construcción, la minería, los ferrocarriles, y también como fuerza de trabajo barata o temporal en labores agrícolas, las empacadoras de carne, y toda una gama de servicios y oficios de alto riesgo.
Traer temporeros o deportarlos devino rasgo de la política migratoria del país. Muchos están indocumentados lo que los hace víctimas de toda suerte de discriminación, y cuando obtienen algún empleo no pocos son víctimas de maltratos y abusos en cuanto a remuneración y otros derechos.
Estados unidos lidera el mundo en deportaciones
No pocos en EE.UU. apoyan las posiciones de Trump y señalan que presidentes anteriores demostraron que es posible realizar deportaciones masivas. Según ciertas fuentes más de 57 millones de no ciudadanos han sido expulsados desde 1882. La inmigración excesiva siempre ha sido una carga para los contribuyentes estadounidenses, y arguyen ha perjudicado las perspectivas laborales de los trabajadores estadounidenses.[2]
Una nación fundada hace cuatro siglos con protestantes anglosajones sigue considerando la cultura de este grupo de población como el núcleo de la identidad nacional. Los inmigrantes que no son anglosajones suelen ser considerados de razas inferiores.
Con la afluencia de inmigrantes hispanos y asiáticos, EE.UU. es cada vez más diverso en cuanto a etnicidad y cultura. En los últimos años, los inmigrantes representan el 40 por ciento del aumento de la población estadounidense. Son precisamente los hispano-latinos el segmento con la mayor tasa de crecimiento, del 2,7 % (comparado con una tasa nacional de crecimiento poblacional ligeramente por debajo del 1%). Esa población latina ya constituye el 20% de los habitantes del país.[3]
Desde sus orígenes, EE.UU. es una nación de inmigrantes. Sin embargo, la historia del trato que ha dispensado a los inmigrantes está plagada de tragedias inhumanas, como discriminación, exclusión, arrestos, detenciones, expulsiones, muertes y todo tipo de abusos a los derechos humanos.
Esa atmosfera de rechazo y xenofobia no es nueva. Desde épocas tempranas los xenófobos recurrieron a la violencia, atacando a los inmigrantes irlandeses y quemando sus iglesias. En diversos momentos desde fines del siglo XIX, barriadas chinas fueron destruidas y sus residentes víctimas de motines racistas, agresiones y asesinatos. Los inmigrantes japoneses fueron discriminados y condenados al ostracismo.
Después del ataque a Pearl Harbor en 1941, el gobierno de EE. UU. trasladó a la fuerza a 120 mil personas de ascendencia japonesa y las recluyó en campos de concentración. En su momento, los inmigrantes blancos procedentes del Este y del Sur de Europa también fueron severamente discriminados y se dictaminó que estaban degradando la raza, la cultura y el perfil de la nación. Dada la coyuntura en el Oriente Medio y la influencia sionista dentro de sociedad yanqui, residentes de origen árabe o creyentes musulmanes han sido también víctimas de repudio y agresiones.
Incluso, los grupos del Ku Klux Klan, además de organizar turbas, durante varias décadas, para el linchamiento de negros en el Sur, se movilizaban en varias regiones para aterrorizar y atacar a los inmigrantes de diversas procedencias.
En los últimos años, se ha avivado el sentimiento anti inmigratorio y la utilización de los inmigrantes como chivos expiatorios de los problemas internos del país, a la par que ambos partidos han incrementado el uso de la cuestión de los refugiados y los inmigrantes como palanca política.
Asimismo, grupos supremacistas blancos y ciertas personalidades de los medios de comunicación, han intensificado el sentimiento antiinmigrante al adoptar una retórica y políticas extremistas. Se instalan estereotipos negativos y caricaturizan a los inmigrantes relacionándolos con la criminalidad y el narcotráfico.
El crecimiento y la normalización del extremismo xenófobo y antiinmigrante tiene un impacto de amplio alcance, desde un aumento del odio y la violencia en vecindarios y escuelas, hasta una legislación discriminatoria. Difunde la intolerancia; impulsa políticas dañinas a nivel federal, estatal y local; inspira regularmente actitudes hostiles y agresiones.
La cantidad de incidentes, crímenes y ataques terroristas con víctimas masivas alimentados por el odio se ha disparado durante la última década, impulsado en parte por sentimientos antiinmigrantes y teorías conspirativas acerca de que se produce una “invasión” y un “gran reemplazo étnico”. Por ejemplo, en 2020 ese ambiente discriminatorio, y la política gubernamental que le acompaña, resultó en más de 13 480 incidentes de asesinato, violación, tortura, secuestro u otros ataques violentos en la zona fronteriza cometidos contra migrantes obligados a regresar a México. En 2019, furioso por la continua «invasión hispana» en Texas, un supremacista blanco condujo más de mil kilómetros hasta El Paso, en el oeste de Texas, y mató a tiros a 23 personas en una tienda Walmart.
Aunque las estadísticas son imprecisas, es conocido que un número indeterminado, miles de personas, han desaparecido cruzando la frontera desde México y que la Patrulla Fronteriza tiene arraigadas actitudes xenófobas y un modus operandi violento. Habitualmente somete a los inmigrantes a malos tratos e inspecciones corporales degradantes.
Impulso a la militarización en la frontera con México
Existe un fuerte consenso político, tanto republicano como demócrata, para llevar adelante una respuesta predominantemente militarizada a la inmigración.
Estados Unidos ya gasta más dinero para la aplicación de sus medidas migratorias que el destinado en conjunto al resto de los demás programas federales de aplicación de la ley.
Es uno de los sistemas e infraestructura tecnológica de vigilancia y patrullaje más sofisticados del mundo, integrado por miles de sensores y cámaras, asi como vigilancia por medio de helicópteros, aviones teledirigidos y por un número récord de alrededor de 21.000 agentes de la Patrulla Fronteriza (CBP).
Las empresas proveedoras de vigilancia y seguridad fronteriza están claramente dominadas o interrelacionadas con algunas de las grandes compañías productoras de armamento para el Pentágono.
Mediante sus contribuciones a las campañas electorales, su cabildeo y constante interacción con funcionarios gubernamentales, estas corporaciones de seguridad fronteriza y sus aliados gubernamentales han formado un poderoso complejo fronterizo-industrial que es un gran impedimento para una respuesta sensible y razonable a la inmigración.
Por otra parte, en ese complejo mundo del control migratorio, también tienen su espacio las empresas de prisiones privadas, como es el caso de CoreCivic y Geo Group, que son actores importantes en la prestación de servicios de detención de inmigrantes.[4]
El control fronterizo es también un gran negocio
La militarización de las fronteras ha sido afianzada por tales corporaciones que prosperan gracias a ella. Las medidas de control fronterizo se extienden 100 millas tierra adentro, no solo en la frontera con México sino en todas las fronteras y áreas costeras del país. Estos gigantes de la seguridad fronteriza ejercen una fuerte influencia sobre políticos y funcionarios en puestos estratégicos en el ejecutivo y la legislatura, así como en puestos clave en los medios de comunicación.
Los presupuestos para el control fronterizo aumentaron de $350 millones en 1980 (entonces administrados por el Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) a $1 200 millones en 1990; $10.2 mil millones en 2005 y $23.7 mil millones en 2018 (bajo dos agencias, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Este aumento fue acompañado por un crecimiento similar en la patrulla fronteriza de 4000 agentes en 1994 a 21 000 en la actualidad. Bajo su agencia matriz, la Custom and Border Protection (CBP), que incluye una Oficina de Aire y Marina, unidades de investigación y la Oficina de Operaciones de Campo, hay 60 000 agentes, lo que la convierte en la agencia federal de aplicación de la ley más grande de los Estados Unidos.
El muro fronterizo con México y las medidas anti inmigrantes aumentaron durante el gobierno del republicano George W. Bush, con el argumento de la seguridad interior tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, y un demócrata, William Clinton, le dio plena continuidad. Al igual ocurrió con otro demócrata, Barack Obama, quien se convirtió en el mandatario que más personas deportó: 4,8 millones en sus ocho años de gobierno.
Se materializó de diversas formas: barreras –en algunos tramos hasta de 9 metros de altura-, vallas peatonales, vigas ancladas al suelo en forma de X, paneles de acero rellenos de concreto y obstáculos, como alambre de púas, en el río. Hoy es un sistema que suma alta tecnología y más de 465 torres de vigilancia con sensores e iluminación, algunas de las cuales emplean inteligencia artificial.
No se visualiza para cuando las tensiones y la extrema militarización fronteriza puedan dar paso a un régimen menos violento y de mayor respeto a la integridad de las personas.
Una condicionante principal refiere a cuando las causas del flujo migratorio en sus países de origen podrán ser atendidas. Pero es evidente que el enfoque y el trato por parte de las autoridades estadounidenses convierte la inmigración es un problema principalmente humanitario.[5]
En la frontera con México el panorama se complejiza con la muy marcada mercantilización y el creciente papel de intereses corporativos que lucran con los mecanismos de control vigente en esas áreas, así como por la sensibilidad y polarización que este asunto genera en la sociedad estadounidense. En ese sentido debe prestarse atención a como, tanto el Partido Demócrata como el Republicano, han seguido enarbolando posturas oportunistas y atacándose mutuamente para ganar más votos de la población blanca y de ciertas minorías étnicas, por lo cual se hace difícil llegar a adoptar cualquier proyecto de ley de reforma migratoria importante.
1] https://www.vozdeamerica.com/a/los-mas-reciente-actos-de-violencia-en-eeuu-siembran-el-miedo-entre-los-migrantes/7083831.html
[2] Jacob Grandstaff, Feb 17, 2025. https://www.theamericanconservative.com/mass-deportations-are-an-american-tradition/
[3] https://usafacts.org/data/topics/people-society/population-and-demographics/our-changing-population/
[4] Más que un muro. La especulación corporativa y la militarización de las fronteras estadounidenses, Transnational Institute (Ámsterdam): 16 de septiembre de 2019. https://www.tni.org/en/publication/more-than-a-wall
[5]Aviva Chomsky, Nos quitan nuestros empleos y veinte mitos más sobre la inmigración, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2012