En los primeros años después del triunfo de 1959, la Revolución Socialista liderada por Fidel Castro, al igual que Lenin en la Revolución de Octubre en la Rusia de los zares, destruyó el aparato político, militar, administrativo y económico burgués cubano.
Una simple mirada a aquellos tiempos nos hace reflexionar que quienes hicieron ese milagro fueron, principalmente, cientos de miles de jóvenes, los que hasta ese momento no imaginaban lo mucho que tendrían que hacer en lo adelante y de una manera protagónica para edificar el nuevo sistema social socialista cubano.
El colosal proceso tuvo un carácter interactivo y dialectico. En la misma medida en que esos adolescentes y jóvenes se incorporaban activamente a la milicia, al ejército, a los órganos de la policía y de la seguridad, o subían las montañas para alfabetizar o a brindar servicios de salud a los campesinos o se incorporaban a las organizaciones políticas y de masas y al trabajo voluntario, se fortalecían sus conciencias revolucionarias y el pensamiento crítico.
Ese extraordinario y masivo proceso revolucionario sirvió como una descomunal cantera de cuadros para servir en todas las esferas del país. Permitió que se destacaran los jóvenes más revolucionarios, esforzados, inteligentes y creativos y que pasaran a desempeñarse como cuadros revolucionarios en el Partido, el Estado, el Gobierno, las administraciones y en las organizaciones de masas.
La Revolución Socialista demostró cuánto valen los adolescentes y jóvenes cuando se confía absolutamente en ellos, cuando se les asignan grandes responsabilidades, cuando se les piden esfuerzos y sacrificios para cumplimentar importantes tareas, cuando admiran la pasión y las vidas, la inteligencia y las conductas ejemplares de quienes los guían.
En estos difíciles momentos, tenemos una nueva oportunidad para, con audacia reeditar en el campo de la lucha ideológica, crear un nuevo y masivo proceso revolucionario en el que los jóvenes y adolescentes sean protagónicos.
Necesitamos comprender cómo es ahora la sociedad contemporánea y cómo piensan y actúan los adolescentes y jóvenes cubanos, los que, a diferencia de nosotros, se han formado en una estrecha y activa interacción con las redes sociales, las que muchas veces los confinan a una ajena realidad virtual.
La extraordinaria epopeya de los mambises, la épica de los rebeldes de la Sierra Maestra y toda la simbología patriótica que las acompañó, se desdibuja con el tiempo. A lo que se le suman las deficiencias conocidas y criticadas, pero no solucionadas en la enseñanza de la historia. Al igual que al mal uso de los medios que resumen la información política e histórica a la propaganda formal y aburrida.
Nuestra juventud ha sido afectada por la pandemia y la cuarentena y unidas a una severa crisis económica, el crecimiento de las diferencias sociales y el aumento de la inflación y de la pobreza.
Para salvar a la Revolución debemos darles a los jóvenes y adolescentes la gran responsabilidad de dirigir protagónicamente la lucha por la conciencia, el pensamiento crítico, el fortalecimiento de principios y valores ético morales y el enfrentamiento a la Guerra Cognitiva que nos hacen.
La más poderosa fuerza de formación política ideológica que podemos usar, sería darles el protagonismo a los jóvenes y adolescentes en este trascendental desafío por la subjetividad de los cubanos.
A la UJC le correspondería, según mi modesta opinión, liderar un programa para enfrentar la guerra mediático-sicológica que nos hacen a través de internet y las redes sociales, para que sean los propios jóvenes, los adolescentes y los niños, sus principales conductores y actores, y quienes al defenderla sientan a la Revolución como suya.
La UJC y los estudiantes de la FEU, la FEEM, Pioneros y los jóvenes dirigentes de los movimientos obreros y campesinos, tendrían así la retadora, inmensa y compleja tarea de tomar la iniciativa y liderar ese programa dirigido a los niños, adolescentes y jóvenes estudiantes, escritores y artistas, trabajadores y campesinos cubanos, lo que contribuiría grandemente a garantizar el futuro de la Revolución.
Aprovechar el conocimiento, la creatividad y la energía de los jóvenes, que son los que tienen una mejor comunicación con sus mismos grupos etarios, además de ser los que se mantienen actualizados en todo lo referente a Internet y las redes sociales es el reto necesario. La participación de estos jóvenes incidiría de manera determinante en laformación política e ideológica, y en las personas de su núcleo familiar que los apoyarían, en una retroalimentación que ocurre de manera espontánea.
Uno de los objetivos prioritarios en esta compleja etapa que vivimos debe ser el trabajar para lograr, de manera atractiva y espontánea, la incorporación gradual de los adolescentes y jóvenes estudiantes, trabajadores y campesinos cubanos en esta tarea, garantizando así la continuidad de nuestra Revolución.
Consideramos decisivo el fomentar la creatividad natural y las iniciativas de losadolescentes y jóvenes, pues son ellos los que más usan y comprenden estos medios y son el sector etario el más afectado. Convertirlos en los principales productores de información y de productos audiovisuales preferidos por los niños, adolescentes y jóvenes cubanos, es un desafío que nos llevará a extender nuestro mensaje revolucionario a los públicos etarios en Nuestra América como decía José Martí.