Revista Visión
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2da Temporada/Mayo 2025

El gallo de Morón, en Cuba, es símbolo de rebeldía popular

El Gallo de Morón
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Cuando en alguna comunidad o familia cubana surge algún problema de envergadura, la voz popular enseguida avisa: Compadre, te vas a quedar como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando.

En efecto, existe en Cuba una pintoresca localidad llamada Morón, en la provincia de Ciego de Ávila, en la parte oriental de la Isla, a la que muchos conocen incluso en el exterior como entrada al polo turístico Jardines del Rey. Pero más que por sus bellezas naturales y su importancia económica, Morón es famoso en Cuba por su célebre gallo, viril y enhiesto, que simboliza a esa urbe.

Este gallo tiene su historia; le llegó importada de Morón de la Frontera, en Sevilla, España. La localidad cubana debe su nombre al hispano Don Ramón Morón, quien merceró ese hato en 1525, y con su nombre se quedó.

Este gallo desplumado simboliza el criterio de los moronenses sevillanos de que los guapos quedan sin plumas y cacareando. Está situado en el Paseo de la Peña. (Foto: Tomada de Turismo de la provincia de Sevilla)

Pues resulta que, en el siglo XVI en el Morón de la Frontera sevillana, abundaban los disturbios de orden público debido a los abusos cometidos contra sus habitantes por parte de autoridades y sus secuaces que les despojaban sin ley ni orden de haciendas y bienes naturales, e imponían altos impuestos.  

Uno de los funcionarios oficiales tenía ínfulas de guapetón. Y le decía al pueblo que allí «no había más gallo que él», que «donde canta este gallo no canta otro» y otras frases parecidas en las que el ave aparecía como el malo de la película.

De tanto compararse con un gallo, al hombre le endilgaron burlonamente el mote de «El gallo de Morón».
El asunto continuó y los vecinos, aburridos de tanta jactancia, le hicieron una encerrona. Trasladado a las afueras del poblado, le despojaron de sus ropas, lo dejaron solo con la camisa y le dieron una zurra que todavía es recordada en el Morón sevillano.

Este suceso originó unas coplas que eran cantadas a los cuatro vientos, como advertencia a los fanfarrones: «Anda que te vas quedando/ como el gallo de Morón/ sin plumas y cacareando/ en la mejor ocasión.
El pueblo hizo más. Como símbolo de su rebeldía, el pueblo de Morón erigió un monumento a un gallo desplumado en el Paseo de la Peña, el cual es una advertencia a los abusadores que siempre han existido.

Según la historia documentada de nuestro plumífero, la tradición llegó a Cuba en el siglo XVIII cuando un grupo numeroso de españoles vinieron a asentarse en la localidad de Morón. El nombre similar del poblado al de Sevilla hizo que la anécdota se conociera rápidamente, aunque el gallo cubano fue concebido con su plumaje y demás atributos. Del otro quedó la advertencia: Ten cuidado, pues te puedes quedar sin plumas y cacareando.

El doctor Benito Llanes Recino, periodista, abogado, profesor del Instituto de Segunda Enseñanza y, en aquel momento, Historiador de la Ciudad, tuvo la idea, a mediados de 1950, de erigir un monumento al ave.

La población de Morón captó la idea. El gallo fue un símbolo de rebeldía, como la de los moronenses españoles, cuando en Cuba imperaba la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1959). El propósito se convirtió en realidad con las donaciones populares. Y así surgió el enhiesto gallo de bronce en un espacio que el pueblo bautizó como El Parque del Gallo.

Pero lo que el pueblo hizo con tanto amor fue aprovechado por los politiqueros afines a la tiranía, y al lugar donde ubicaron el monumento lo bautizaron como Parque General Batista, nombre jamás reconocido por la ciudadanía. Incluso a la inauguración de la escultura el 11 de septiembre de 1955 invitaron al propio dictador y a su esposa Marta. La inauguración fue un fracaso, pues la asistencia fue exigua.

El gallo del Morón cubano sufrió los desmanes de quienes, luego del triunfo de la Revolución en 1959, lo identificaron como símbolo de la tiranía derrocada por el Ejército Rebelde dirigido por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Inescrupulosos inmaduros lo arrancaron de su base el 6 de febrero de 1960 y lo lanzaron a la vía pública. Al siguiente día, la estatua del plumífero estaba en su lugar. Seis días más tarde, otro grupo lo derribó y destruyó.

Pero la injusticia contra el gallo sería reparada. Según documentos oficiales, en la Octava Sesión Ordinaria del Segundo Período de Mandato de la Asamblea Municipal del Poder Popular de Morón fue aprobado, por unanimidad, el acuerdo de crear una comisión que se encargaría de «elaborar un estudio pormenorizado sobre los requisitos indispensables para la reposición del Gallo de Morón como símbolo revolucionario y socialista de nuestro pueblo».

El nuevo monumento, fundido en bronce, estuvo a cargo de la prestigiosa y ya fallecida escultora cubana Rita Longa. Rita contó con la colaboración artística de Armando Alonso, quien esculpió el primer gallo.

Correspondió al doctor Armando Hart, entonces ministro de Cultura, el honor de inaugurar el 2 de mayo de 1982 la singular figura.

En la torre que se levanta junto al Gallo está ubicada una tarja, cuyo texto, en una de sus partes, afirma: “Este gallo, bravo en la pelea, expresa el espíritu de lucha de nuestro pueblo en la defensa de su soberanía, por lo que deviene símbolo revolucionario y socialista de nuestra ciudad”.

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