Con la llegada el 3 de junio de 1847 de los primeros chinos al puerto habanero, comenzaba a acortarse la enorme distancia geográfica entre el gigante asiático y esta isla, a partir de la importante huella que marcaron y siguen plasmando, mujeres y hombres originarios de aquella nación y sus descendientes, en la historia revolucionaria de este país caribeño.
El primero de octubre de 2024 se cumplió el 75 aniversario de la proclamación de la República Popular China (RPCH).
Esa fecha me traslada en pensamiento al año 1858, cuando el chino Chung Lang, o Luis Pérez, nombre hispanizado que le pusieron cuando llegó a Cuba, abrió su fonda o comercio de comida china en la calle Zanja esquina a Rayo y, su paisano Lam Siu Yi conocido como Abraham Scull, por su parte, montó un puesto de venta de frutas, frituras, hortalizas y chicharrones, también en esa dirección.
Fue entonces que comenzaba a germinar una franja de la capital cubana, que tiempo después, se conocería como Barrio Chino, o Chinatown habanero, como se le nombraba en la jerga turística, el cual llegó a ser el más famoso y populoso de América en la década del 50 del siglo XX y epicentro de la presencia de esa etnia en esta isla.
Fueron precisamente aquellos culíes quienes en mayoría poblaron ese entorno capitalino, después de cumplir sus contratos como supuestos colonos, pero que en realidad fueron tan esclavos como los negros africanos, y sufrieron los mismos maltratos que ellos en las labores agrícolas y en los cortes de caña.
Muchos de aquellos primeros pobladores del Barrio Chino también llegaron a ese entorno después de concluidas las guerras por la independencia de Cuba, a las cuales se incorporaron cuando el 10 de octubre de 1868 se produjo el levantamiento de La Demajagua, al llamado de Carlos Manuel de Céspedes, sumándose al ejército mambí.
Mi pensamiento también se transporta hacia aquel entorno, la «ciudad amarilla», como la llamó el afamado escritor Alejo Carpentier, porque allí la prensa siguió de cerca el desarrollo de la guerra de liberación de China, frente a Japón, tanto en la información como en el sostenimiento de los ideales de su patria, formándose frente a sus redacciones colas de compatriotas, que seguían anhelantes el curso favorable o adverso de las operaciones bélicas, en las pizarras que informaban al respecto.
También fue en aquel sitio que durante la etapa republicana, el chino José Wong
creó en 1929 el periódico clandestino Grito-Obrero-Campesino (Gong Nong Hu Sheng); que en 1932 adoptó el nombre de Adelante, hasta 1937; cuando ocurrió la agresión de Japón contra China y la publicación se llamó Salvación de la Patria, ocasión en que a través de sus páginas se lanzó un llamado a los residentes chinos en Cuba a unirse y luchar contra el imperialismo japonés.
China resplandeciente
Un gran acontecimiento lo constituyó el festival benéfico denominado «Una taza de Arroz», celebrado el 10 de Octubre de 1941, fecha dedicada, por decreto presidencial, al «Día de Socorro a China», en medio de la contienda contra la nación nipona.
Fue en 1944 que se nombró definitivamente Kwong Wah Po o China Resplandeciente. Este periódico también fue blanco del anticomunismo de Joseph Raymond McCarthy, senador republicano estadounidense por el estado de Wisconsin (1947-1957). La intensa persecución anticomunista registrada en Estados Unidos desde 1950 hasta 1956, pasó a la historia con el nombre de macartismo y posteriormente se le conoció popularmente como Red Scare (Amenaza Roja).
Como una consecuencia directa de esa política, en 1950 fue clausurado en Cuba el periódico Hoy, órgano del Partido Socialista Popular (nombre que adoptó el Partido Comunista en la década del 40). Igual suerte corrió el Kwong Wah Po, en Santiago de Cuba, cuyo local fue asaltado por la policía nacional y fueron encarcelados trece chinos, entre ellos su director el destacado comunista Juan Mok.
El hecho fue publicado por la revista Bohemia con el siguiente titular: «Primeros chinos detenidos por espías comunistas». Tras la destrucción de la imprenta en aquella ciudad oriental, el periódico continuó editándose clandestinamente en el poblado ultramarino habanero de Regla, bajo la dirección de Luis, Julio Su Long, Enrique León y Manuel Luis, todos chinos originarios, miembros del primer Partido. Comunista de Cuba, fundado por Julio Antonio Mella y Carlos Baliño en 1925.
José Wong también pertenecía al Partido Comunista y en agosto de 1930, fue ahorcado en la prisión del Castillo del Príncipe, por órdenes del dictador Gerardo Machado, convirtiéndose en el primer mártir revolucionario de la colonia china cubana.
En una de sus conferencias, Mella resaltó que: «a pesar del maltrato que, por más de un siglo, la capa explotadora dio a los chinos en Cuba, estos han impreso la huella de su carácter y de su cultura en la isla».
Para resumir, Jiménez Pastrana subrayó: «Cuando se escriba en la Historia de Cuba, el capítulo correspondiente a la lucha antiimperialista en Cuba, en su período semicolonial, habrá que consignar en sus páginas el papel de sus mártires señeros: Julio A. Mella, Rubén Martínez Villena y Antonio Guiteras. En esas páginas habrá que evocar también, resaltó, el martirio de José Wong, símbolo de la fraternal contribución del pueblo chino, en esa etapa, a los esfuerzos y sacrificios del pueblo cubano por su total liberación».
Se ha dicho que lo más significativo en esos años fue el surgimiento en aquel entorno asiático habanero de una corriente de patriotismo y unidad comunitaria, en torno a la defensa del gigante asiático, Puede decirse que se produjo un fenómeno espontáneo, donde los sectores de opinión pública, especialmente los chinos residentes en Cuba, reaccionaron «con una erupción de ira y orgullo nacional, ante las noticias de los brutales procedimientos con que avanzaba el ejército japonés sobre el territorio chino».
Por aquellos días, la revista Carteles reconoció que «la colonia china de Cuba vivió intensamente la tragedia de su patria en su lucha por la consolidación nacional y la liberación del invasor japonés». «Su contribución a la causa fue de grandes proporciones y aquella fue añadida al aporte de los cubanos, que compartieron siempre de manera efectiva los anhelos de superación china».
En 1949, la Alianza de Salvación Nacional, pasó a llamarse Alianza de Apoyo a la Democracia China en Cuba, en concordancia con los acontecimientos políticos y fuertes conflictos de clase que tenían lugar en la nación asiática, tras el surgimiento de la República Popular China (RPCH).
Al fundarse la RPCH, los miembros de dicha Alianza participaron en los desfiles por el Primero de Mayo junto a los obreros cubanos, portando la bandera roja del Partido Comunista de China. Durante la dictadura de Fulgencio Batista esta organización tuvo que pasar a la clandestinidad, debido a la cruzada anticomunista lanzada por el dictador contra los chinos de Cuba.
La última y definitiva etapa de las luchas libertarias en esta isla, culminada el primero de enero de 1959, sumó numerosos nombres a la lista de hombres y mujeres de ojos rasgados, presentes en esa epopeya encabezada por Fidel Castro Ruz
En ese período histórico, chinos originarios y cubanos de origen chino, asumieron el protagonismo en las acciones clandestinas, antes y durante el desarrollo de la lucha armada; en las batallas en la Sierra Maestra y el Escambray, y luego del triunfo, muchos de ellos continuaron la carrera militar y han cumplido importantes misiones, dentro y fuera del país
El triunfo de la Revolución Cubana, el primero de enero de 1959, marcó un nuevo hito en la participación de la comunidad china en las transformaciones que emprendería el país, con el surgimiento de la milicia china que llevó el nombre de «José Wong», en homenaje al primer mártir revolucionario de la colonia china de Cuba, brigada continuadora de la historia de lucha de esa etnia en las guerras de independencia cubanas del siglo XIX.
Ese organismo armado surgió por iniciativa del cubano de origen chino Pedro Eng Herrera, constituyendo: «Una rareza histórica en Cuba y América», como la llamó el propio Eng. Entre las múltiples tareas y actividades realizadas por aquellos hombres de ojos rasgados figuran el recibimiento al primer Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República Popular China en Cuba, el señor Shen Chien; el 14 de mayo de 1960. Además, la milicia apoyó las iniciativas de un grupo de cubanos que decidieron constituir en La Habana la «Asociación de Amistad Cubano China» como demostración de gratitud y solidaridad con la RPCH y con su pueblo.
Al referirse a esa organización, el historiador y etnólogo José Baltar Rodríguez destacó que: «A pesar de su corta vida, la brigada «José Wong» desarrolló acciones loables, entre llas, la de combatir la corrupción existente en el Barrio Chino, sobre todo la relacionada con la droga, la prostitución y el juego ilícito», últimos vestigios del otrora famoso Chinatown de la capital cubana.
Al cumplirse el 75 aniversario de su fundación China no es la misma. El llamado Celeste Imperio muestra un crecimiento económico que en los últimos 45 años ha promediado un 9 % anual y ha logrado sacar de la pobreza a casi 800 millones de personas, más de la mitad de su población, al tiempo que aporta el 35 % del crecimiento de la economía mundial, una contribución mayor a la de Estados Unidos, que es del 27 %, ubicándose como la segunda economía más grande del mundo.
Este año 2024 también se cumplió el décimo aniversario de la visita a Cuba del Secretario General del Partido Comunista de China y presidente de la (RPCH), Xi Jinping, cuando se dieron cordiales encuentros del mandatario con el líder de la Revolución Cubana, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el General de Ejército Raúl Castro y el entonces primer vicepresidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en vísperas del aniversario del 26 de julio, en 2014.
Igualmente, este año se cumplieron 64 años del inicio de las relaciones Cuba-China. El 28 de septiembre de 1960, delante de más de un millón de cubanos reunidos en la que es hoy la Plaza de la Revolución, «José Martí», Fidel Castro, declaró el rompimiento de relaciones con el gobierno de Taiwán y el establecimiento de vínculos diplomáticos con la RPCH, donde entonces fungía como presidente Mao Zedong.
Según resaltó Prensa Latina (PL), en esa fecha Cuba se convirtió en el primer país de América Latina y el Caribe en establecer estos nexos con la nueva China, lo que allanó el camino para las relaciones entre el gigante asiático y el resto de las naciones de la región.
Aunque La Habana y Beijing celebran 64 años de vínculos diplomáticos, indicó PL, los nexos históricos datan del siglo XIX cuando los primeros ciudadanos chinos llegaron al país antillano.
Como se dice en mi libro Chinatown habanero. Así era entonces…próximo a publicarse, allí hoy tampoco las cosas son iguales; no se ven tantos chinos ni se huele a chino ni se oye chino, y las caras son cada vez más cubanas; no se perciben los olores de las frituras y la manjúa frita; ni se pueden saborear los choricitos chinos, o aspirar los vapores de los trenes de lavado; ni hay chinitos vendedores de frutas y viandas; y tampoco se ve «bonito» como lo recuerdan algunos, y aunque ya de aquello «no queda nada», «ni es la sombra de lo que conocí», como dicen otros que lo frecuentaban «tan limpio, iluminado, y lleno de comercios».
Sin embargo, si sigue vigente el fervor y la alegría cada primero de octubre, cuando se conmemora la fundación de la RPCH en la colonia china cubana, no sólo en la remozada barriada china habanera, sino en todo el país de los representantes de esa etnia, uno de los componentes formadores de la nacionalidad cubana.
Por otra parte, la solidaridad del gigante asiático con este archipiélago durante la Covid-19 y en los momentos actuales, en medio de la severa crisis económica que golpea a esta nación, demuestra que, los lazos entre China y Cuba, iniciados hace 177 años con la llegada de los primeros chinos a la isla, a pesar del inmenso mar que separa a los dos países, tan lejos y, a la vez, cada día más cerca.