Revista Visión
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2da Temporada/Junio 2025

Contra Cristina y contra la democracia

Contra Cristina y contra la democracia
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La ratificación por parte de la Corte Suprema de la condena a Cristina Fernández de Kirchner volvió a alimentar los discursos de odio (DDO) que se escenifican en el sistema corporativo de medios de comunicación alimentados por diferentes actores políticos de la derecha macrista y mileista.

Más allá de lo que significan los ataques dirigidos principalmente a la ex presidenta, los DDO comportan avances contra el sistema democrático y la convivencia entre argentinos y argentinas. Algo que tampoco es ajeno al clima represivo instalado desde el gobierno para acallar las voces disidentes y los reclamos populares.

¿Cómo definir los DDO?

Naciones Unidas, a través de su Estrategia y Plan de Acción para combatir este tipo de manifestaciones lo define como «cualquier tipo de comunicación ya sea oral o escrita, –o también comportamiento–, que ataca o utiliza un lenguaje peyorativo o discriminatorio en referencia a una persona o grupo en función de lo que son, en otras palabras, basándose en su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otras formas de identidad».

Más allá de ello, no existe una definición universal de discurso de odio de acuerdo con el derecho internacional en materia de derechos humanos. El concepto todavía se debate ampliamente, sobre todo en relación con la libertad de opinión y expresión, la no discriminación y la igualdad.

El sistema de medios de comunicación sigue siendo el principal escenario de construcción de este tipo de discursos en clara alianza con sectores derechistas   –y en gran parte antidemocráticos– de la política.

Desde ese lugar estos actores inciden sobre los públicos y las audiencias afectando subjetividades en favor de sus intereses, políticos y económicos.

Este proceso no es ajeno al control creciente mediante la propiedad de medios de comunicación, grupos infocomunicacionales y plataformas digitales condicionando de manera categórica los contenidos y las informaciones que por allí circulan. Asistimos a una disputa de poder a nivel mundial, a modo de “batalla cultural”, que articula lo político, lo económico y lo comunicacional-cultural.

Desde esa perspectiva no es antojadizo afirmar que el DDO que se aprecia en las multipantallas es simultáneamente una táctica política, pero también una estrategia de lectura de lo que –en el lenguaje común– denominamos como “la realidad”. De esta manera se busca condicionar las subjetividades instalando en los ámbitos de la comunicación y la cultura un “sentido común” que todo lo explica.

Tal estrategia apunta a la exclusión y la discriminación de ideas y personas y/o actores, y/o grupos sociales. Pero, al mismo tiempo, son manifestaciones que rechazan la mayor parte de los valores de convivencia propios de la institucionalidad democrática; discriminan a través de la ofensa, resaltan el individualismo y subestiman lo colectivo.

Los discursos de odio reproducidos en el sistema corporativo de medios de comunicación y amplificados y multiplicados de manera exponencial por las plataformas digitales y las redes sociales son una herramienta para conseguir más tiempo de permanencia en la página web, incrementar la participación en los foros de internet o el número de lectores, pero también para atraer adhesiones y votantes.

De tal manera que el sistema corporativo de comunicación está muy lejos de representar la complejidad y la diversidad de lo social. Por el contrario, se fabrican estereotipos mientras se maximizan las diferencias para construirlas como conflictos de inevitable superación que obligan a optar por uno u otro extremo. Por esta vía y mediante el recurso a la simplificación se priva a las audiencias de información y de argumentos alejando la posibilidad de discernir a partir de la complejidad de los hechos y de comprender por fuera de los antagonismos, los estereotipos y las disputas.

La política y los políticos se desempeñan o bien a las sombras de estos discursos de odio o bien alimentándolos para su propio beneficio y muy lejos de la vida cotidiana de la ciudadanía y de sus preocupaciones. El DDO es la metodología y “la grieta” su consecuencia.

Las embestidas contra Cristina Fernández de Kirchner basadas en el odio, además de ser una manifestación de persecución, revancha y venganza política y personal, comporta un ataque al sistema democrático como tal, a sus valores, a la estabilidad social y a la paz en el país.

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