Para pegarle a una pelota de tenis o bailar merengue necesitas agudeza visual y un buen oído. Pero también precisas de otro sentido del que rara vez se habla: la propiocepción, o conciencia corporal. Aunque no es uno de los cinco sentidos clásicos, la conciencia corporal es crucial para moverse y envejecer con gracia. Y se puede entrenar.
Este sentido es el que te dice dónde está tu cuerpo en el espacio, y siempre está activado, dijo Katherine Wilkinson, neurobióloga de la Universidad Estatal de San José, quien estudia la ciencia básica detrás de él.
Cuando agarras una taza de café, las neuronas y los tejidos incrustados en tus músculos, articulaciones y tendones perciben que se están estirando, girando o doblando. Esta información viaja a tu cerebro, ayudándote a coordinar el brazo y la mano.
Los gimnastas, bailarines y futbolistas de élite suelen tener una conciencia corporal especialmente aguda, pero también nos ayuda al resto de nosotros a recuperarnos tras un resbalón.
Debido a que estos órganos (llamados propioceptores) están en tus músculos y tendones, tu conciencia corporal puede verse afectada o perderse si te tuerces el tobillo o te rompes el manguito rotador. Pero puede reentrenarse mediante el movimiento, que es en parte la razón por la que la fisioterapia es tan importante para una articulación o tendón dañados, dijo Claire Morrow, fisioterapeuta de Hinge Health, una clínica virtual para el dolor muscular y articular.
La conciencia corporal disminuye con la edad de forma natural, lo que aumenta el riesgo de caídas. Esto tiende a hacer que la gente dude más en moverse, dijo Jia Han, profesor de fisioterapia de la Universidad de Medicina y Ciencias de la Salud de Shanghái.
Y así comienza un círculo vicioso: cuando te mueves menos, tu conciencia corporal se deteriora, lo que te impulsa a moverte aún menos. Pero hay varios ejercicios que, algunos pequeños estudios sugieren, pueden ayudarte a mejorar tu equilibrio, estabilidad y modo de caminar al aumentar la conciencia de tu posición y movimiento.
Los médicos y fisioterapeutas utilizan equipos especializados para evaluar la propiocepción, pero puedes hacerte una idea general de la tuya con dos sencillas pruebas.
PON A PRUEBA LA PARTE SUPERIOR DE TU CUERPO
La conciencia corporal funciona junto con los ojos y el oído interno para darte una imagen mental de dónde están las partes de tu cuerpo. Pero los ojos son un apoyo imperfecto, pues son capaces de guiarte a una postura estática, por ejemplo, pero son demasiado lentos para ayudarte a reaccionar ante los movimientos del mundo real. Esta prueba te obliga a confiar únicamente en tu conciencia corporal.
De pie frente a un espejo, cierra los ojos e intenta elevar ambos brazos a la altura de los hombros, paralelos al suelo. Cuando creas que te has colocado como una T mayúscula, abre los ojos y utiliza el espejo para observar a qué distancia están tus brazos de donde esperabas.
Aunque este ejercicio pueda parecer fácil, los expertos dijeron que muchas personas se sorprenden de lo lejos que quedaron. Una pequeña diferencia de un par de centímetros puede solucionarse a menudo con ejercicios específicos, dijo Katy Bowman, biomecánica y autora de Rethink Your Position, una guía de ejercicios y alineación corporal.
Una asimetría más extrema (una diferencia de veinte centímetros o más) podría indicar una afección neurológica como un derrame cerebral o la enfermedad de Parkinson, dijo Han.
PON A PRUEBA LA PARTE INFERIOR DE TU CUERPO
Esta prueba evalúa la propiocepción de la parte inferior del cuerpo, sobre todo en tobillos, rodillas y pies.
Con los ojos abiertos y ambos brazos cruzados sobre el pecho, mide el tiempo que puedes mantener el equilibrio mientras estás de pie sobre una pierna. Repite el ejercicio con los ojos cerrados. Repite ambas pruebas con la otra pierna.