En un mundo cada vez más digital y globalizado, los anglicismos inundan nuestro día a día. “Este viernes celebro mi cumpleaños, save the date; si te ha gustado este vídeo, no dudes en dejar un like; esta tarde publicaré un nuevo post en el blog; ¿os gusta mi outfit?; esta tarde iré a la peluquería a hacerme un cambio de look”; etc.
Diferentes miembros de la Real Academia Española han manifestado en repetidas ocasiones su rechazo al uso de algunos anglicismos. José María Merino declaró que “el anglicismo gratuito empobrece nuestra lengua”.
Darío Villanueva, quien fuera director de la RAE, declaró que el uso de algunos anglicismos le resultaba irritante, como save the date, dress code, online, tablet, influencer, followers, like y link, o lo que es lo mismo: apunta en tu agenda, código de vestimenta, en línea, tableta, persona influyente, seguidores, me gusta y enlace.
Y es que, si ya existe una palabra en nuestro idioma para referirnos a algo, ¿por qué utilizar una palabra extranjera? Es posible que haya personas que no puedan entender nuestro mensaje por una falta de conocimientos en este idioma. Además, existe el riesgo de que algunas de estas palabras inglesas terminen sustituyendo a su equivalente en castellano.
Aun así, los anglicismos y los extranjerismos en general enriquecen nuestra lengua cuando nos aportan una palabra que no existía previamente en nuestro idioma. Veamos brevemente el significado de este término.
¿Qué es un anglicismo?
Según la propia RAE, un anglicismo es un vocablo o giro de la lengua inglesa empleado en otra, en este caso en castellano.
Normalmente la incorporación de una palabra extranjera se debe a que no existen palabras equivalentes en castellano, o que sean palabras poco utilizadas. Esto sería un extranjerismo necesario. Aunque en otros casos -cada vez más a menudo- una palabra extranjera se incluye en nuestro vocabulario cuando ya existe un equivalente en nuestro idioma. En este caso, se trataría de un anglicismo innecesario o superfluo.
Cuando se produce la aceptación de un anglicismo en la RAE, puede mantenerse la grafía original de la palabra o hacerse una adaptación a la grafía castellana, como en el caso de táper (del inglés tupperware, que es en realidad una marca comercial). Algunas palabras que han mantenido su grafía original al incluirse en nuestra lengua son hacker o cracker. En esta ocasión las palabras deben ir en cursiva o entre comillas.
Algunos anglicismos aceptados por la RAE
Cederrón: del inglés CD-ROM. Es un disco compacto que utiliza rayos láser para leer y grabar la información en él.
Clic, clicar, cliquear y cliqueo: del verbo inglés click. Es la acción de hacer clic con el ratón de nuestro ordenador. En este caso, existen diferentes variantes en castellano, pero en todas se ha producido una adaptación a la grafía castellana.
Cracker y hacker: El primero es un pirata informático, mientras que el hacker es un experto en informática que trabaja en mejorar la seguridad de sistemas informáticos ante los posibles ataques de crackers. En esta ocasión, ambas palabras mantienen su grafía original, aunque será necesario diferenciarlas colocando comillas o utilizando la cursiva.
Fair play: cuya traducción sería juego limpio. Es una expresión que oímos frecuentemente en televisión, sobre todo en competiciones internacionales, para recordar a los deportistas que deben jugar limpio. Claramente se trata de un anglicismo aceptado por su extenso uso, pero es superfluo ya que disponemos de una expresión en castellano que significa lo mismo.
Friqui o friki: del inglés freaky. Adjetivo que utilizamos para definir a personas extravagantes, raras, o muy entregadas a alguna afición como los cómics, los extraterrestres o la última saga de moda como Canción de hielo y Fuego de George R. R. Martin.
Güisqui: del inglés whisky o whiskey (irlandés). Se trata de una bebida alcohólica de alta graduación obtenida por destilación, sobradamente conocida. En este caso, la RAE la ha incluido con la grafía adaptada al castellano, aunque también está permitido el uso de la grafía original whisky.
Táper: de la marca comercial Tupperware. Es un recipiente normalmente de plástico donde almacenamos y transportamos comida, y que por supuesto no puede faltar si vamos a comer a casa de madres o abuelas.
Pinqui o pinky: se trata de la versión minimalista de los calcetines tobilleros. Estos cubren únicamente el talón, los dedos y la planta de los pies para que sean invisibles cuando llevamos calzado. La parte del talón suele tener unas rayas o puntos de silicona para que los pinquis no se muevan de su sitio una vez colocados.
Tuit: del inglés tweet, piar. En este caso hace referencia a las publicaciones de la famosa red social Twitter. De nuevo se adapta la grafía al castellano imitando la pronunciación del término en inglés.