Uno de los artistas más prolíficos de Cuba, Santiago “Chago” Armada. estuvo vinculado desde muy joven a la prensa de este país, lo que le hacía sentirse realizado y orgulloso. A los medios entregó su maestría creativa y su espíritu revolucionario forjado en la Sierra Maestra, durante la guerra definitiva por la liberación nacional.
Pocos le decían Santiago. Era conocido como Chago, quien destacó en el mundo artístico como humorista, ilustrador, historietista, artista visual y escritor autodidacta.
Nacido en Palma Soriano en 1937, estudió en la Escuela de Comercio en Santiago de Cuba. Sus primeros dibujos humorísticos aparecieron en la revista Mercurio de ese centro en 1955. Ese año ilustró, además, 7 días de informes, boletín de la droguería santiaguera Mestre y Espinosa. En 1956 fue director artístico de la revista Ahora, editada por graduados de la Escuela de Periodismo de su ciudad natal.
Joven inconforme, que mostró en su obra aún incipiente sus ideas políticas, en Santiago fue reclutado por la luchadora revolucionaria María Antonia Figueroa para alzarse como recluta en la Sierra Maestra con el Ejército Rebelde dirigido por el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.
Por entonces aún no veía más futuro que la derrota del dictador Fulgencio Batista, y se convirtió en un soldado con el que había que contar luego de participar en los cruciales combates de Santo Domingo, Casa de Piedra y Meriño.
En la Sierra Maestra se introdujo en el mundo de la prensa. Allí trabajó para Radio Rebelde y para el periódico El Cubano Libre, ambos fundados por el legendario guerrillero Ernesto Che Guevara.
En el Cubano Libre dio a conocer su personaje Julito 26, al que algunos estudiosos consideran un antecedente de Elpidio Valdés, el célebre capitán de la guerra de independencia creado por el célebre Juan Padrón.
El artista que consolidó su vocación entre balas y batallas adaptó entonces también letras de populares canciones que más tarde cantaba el Quinteto Rebelde para los soldados y para el pueblo, que esperaba con ansias la sintonía de la combativa Radio Rebelde.
Junto a su esposa Dalia, del pelotón femenino Mariana Grajales, llegó el joven de Palma Soriano a La Habana en la Caravana de la Victoria, acompañando a Fidel del Oriente al Occidente de la isla.
Demostradas sus dotes artísticas, ese mismo año Chago se incorporó al periódico Revolución como diseñador y caricaturista.
Los artistas de El pitirre
En La Habana de 1959 Chago encontró un movimiento humorístico inspirado en la obra del estudiante de filosofía húngaro Saúl Steinberg, y encabezado por figuras como Jesús de Armas y Raúl Fornés.
Las ideas de Steinberg revolucionaron el humor convencional por una manera más profunda, en el orden formal, desde las páginas de la revista The New Yorker.
El humorista húngaro era considerado un rebelde en el ámbito artístico –los cubanos le seguían desde 1956- y con el triunfo de la Revolución, Fornés consideró llegada la hora en que también debían tener un espacio creativo en el que ponderaran la voluntad de expresión, la línea y el color. No para hacer reír a carcajadas sino para pensar y meditar.
Las ideas se concretaron en 1960, en “El Pitirre” novedoso y vanguardista, en el que Chago aparece como fundador. Allí coincidió con René de la Nuez, José Luis Posada, Eduardo Muñoz Bach y José Gómez Fresquet “Frémez”, y creó a Julita Yarey. Su libro El humor otro, con prólogo de Lisandro Otero, fue publicado por Ediciones R en 1963
Para transmitir sus ideas, Chago creó en 1961 para el periódico Revolución su personaje Salomón, que prescindió. de ropaje y se movía en el tiempo. Efectivos fondos negros acentuaban los contrastes que exaltaban la autenticidad de su mensaje. También fue director artístico de la propia Ediciones R (1964), de Ediciones Granma (1966).
En 1963, mostró su pintura La llave del golfo, en la que destacaba la fuerza de la Revolución Cubana y que fue reconocida por su popularidad en el mural gigante del Salón de Mayo en La Habana. Ilustró en 1968, junto a René de la Nuez, el libro Vivre à Cuba, de Marie-Noëlle Cloes, editado por Casterman en Bélgica.
Chago no era muy conversador, pero su palabra culta y cubanísima hacían sus conversaciones nocturnas irrepetibles. Le gustaba intercambiar con sus amigos y colegas en pequeños círculos. Vestido casi siempre con colores ocres –que le hacían resplandecer sus ojos verdes y claros– era conocido y alabado por su magnífico trabajo como diseñador y director artístico del periódico Granma. Nunca abandonó la lectura y la poesía, y su obra pictórica aparecía en exposiciones colectivas.
Los más importantes medios y organismos cubanos e internacionales mostraron su quehacer.
Sus dibujos aparecieron también en otras publicaciones nacionales: Bohemia, Revolución y Cultura, Lunes de Revolución, Palante, CEMEDIN, Islas, Signos, Verde Olivo, Cuba internacional, La Gaceta de Cuba, Juventud Rebelde, Romances, Muchacha, El Caimán Barbudo, Casa de las Américas, OCLAE…
Entre las publicaciones extranjeras que difundieron su obra figuran: Opus internacional (Francia), II caffé (Italia), Sucesos y política (México), National Guardian (Estados Unidos de América) y El correo catalán (España).
Sus obras integran las colecciones del Museo Nacional de Bellas Artes, en La Habana; del Museo del Humor de San Antonio de los Baños y de The Drawing Center, en Nueva York, así como de colecciones privadas en la Isla y en otros países.
Este hombre inolvidable, artista del pueblo, fue fundador de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y miembro de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC). Chago está considerado junto a Servando Cabrera Moreno, Raúl Martínez, Antonia Eiriz y Humberto Peña como miembro de la vanguardia artística visual de la década de los 60.




