El 31 de diciembre de 1999, la bandera de Estados Unidos fue arriada en el Canal de Panamá y sustituida por la insignia roja, blanca y azul del país centroamericano, verdadero dueño de la vía interoceánica, cuya soberanía es amenazada ahora por el presidente número 47 de Estados Unidos, Donald Trump.
En las postrimerías de 2024, a punto de cumplirse 25 años del cese de la administración conjunta Panamá-Estados Unidos de ese conducto marítimo y su devolución a la nación istmeña, Trump criticó las tarifas que los istmeños cobran a barcos de su país para pasar por esas aguas y amenazó con exigir de nuevo el control de ese importante paso comercial.
«Nuestra Marina y comercio han sido amenazados de una forma muy injusta e imprudente. Las tasas que cobra Panamá son ridículas», escribió el mandatario que asume este 20 de enero, en su plataforma Truth Social, el pasado 22 de diciembre.
A poco menos de un mes para asumir su cargo como nuevo inquilino de la Casa Blanca, también denunció lo que consideró una «creciente influencia de China en el canal», señalando que eso es una situación preocupante que amenaza los intereses de su país, ya que los negocios estadounidenses dependen de esa vía para transportar bienes entre los océanos Atlántico y Pacífico y subrayó que es un «activo nacional vital» para Estados Unidos.
«Esta completa estafa a nuestro país cesará inmediatamente, afirmó y aseguró que, si eso no cambia, exigiremos que el Canal de Panamá sea devuelto a Estados Unidos en su totalidad, rápidamente y sin hacer preguntas».
Trump pronunció esa amenaza, pocas horas después de conmemorarse el 20 de diciembre, 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá, para supuestamente capturar al general Manuel Antonio Noriega bajo cargos de narcotráfico, acción que causó miles de muertos y centenares de heridos y cuando faltaban pocos días para el 25 aniversario de la transferencia del canal, el 31 de diciembre de 2024.
Respuesta de Panamá
En una enérgica réplica a las amenazas de Trump, el mandatario panameño José Raúl Mulino, ratificó: «Como presidente, quiero expresar de manera precisa, que cada metro cuadrado del Canal de Panamá y su zona adyacente es de Panamá, y lo seguirá siendo». «La soberanía y la independencia de nuestro país, reiteró, no son negociables». «Cada panameño, aquí o en cualquier parte del mundo, agregó Mulino, lo lleva en su corazón y es parte de nuestra historia de lucha y conquista irreversible».
En declaraciones posteriores, Mulino negó que haya soldados chinos en el canal y reiteró que no hay injerencia ni participación del país asiático en la vía interoceánica, al desmentir la supuesta influencia de China en ese lugar, planteada por el reelecto mandatario, no consecutivo.
El 24 de diciembre, víspera de Navidad, un centenar de trabajadores de distintos sindicatos del país, bloquearon la embajada estadounidense en la capital panameña, en rechazo a las agresivas declaraciones del magnate respecto a apoderarse del Canal de Panamá.
«Deja El Canal», era una de las consignas que gritaban los manifestantes frente a la sede diplomática norteamericana en Ciudad de Panamá, en repudio a las declaraciones del presidente electo estadounidense, al tiempo que quemaban carteles con su foto.
Estados Unidos se apropia del Canal
Desde el siglo XVI, los colonos europeos estaban interesados en construir una vía que comunicara los océanos Atlántico y Pacífico, pues el único acceso que tenían a los mares del sur era el Estrecho de Magallanes, en la zona austral de Chile, lo que implicaba navegar enormes distancias y enfrentarse al peligroso clima del cabo de Hornos.
Finalmente, Philippe Jean Bunau-Varilla, ingeniero y soldado francés que asumió la construcción del canal, influyó en el entonces presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, para propiciar la separación de Panamá de Colombia, en 1903, y finalmente firmar el Tratado Hay-Bunau Varilla que concedía a Washington, a perpetuidad, el Canal de Panamá, inaugurado en agosto de 1914, cuando el vapor Ancón se convirtió en la primera embarcación de ese tipo en cruzar sus aguas.
País dividido
Estados Unidos adquirió, además, el dominio de la que se denominó la Zona del Canal, que comprendía 8 kilómetros hacia cada lado de la estratégica vía, dando como resultado un país dividido en dos, pues miles de estadounidenses y sus familias, los llamados «zoneistas» (de Zonians, en inglés), vivieron en dicha área, imponiendo sus propias leyes y costumbres, mientras trabajaban en la vía, en tanto la población local necesitaba un permiso especial para entrar a ese territorio.
El malestar popular ante los privilegios de los zoneistas, derivó en protestas como la llamada «Operación Soberanía», protagonizada por estudiantes universitarios, en 1958, que irrumpieron en aquel sitio para realizar una «siembra» de 75 banderas panameñas, de manera pacífica, burlando la vigilancia de los policías que custodiaban el lugar.
«Marcha Patriótica»
La llamada «Marcha Patriótica», en 1959, en la que participó el pueblo panameño entrando a la Zona del Canal portando la insignia nacional, la cual comenzó siendo pacífica, derivó en enfrentamientos entre panameños y policías, con un saldo de decenas de heridos. Ambas protestas, la del 58 y la del 59, fueron la raíz de la frase que se haría popular en Panamá: «El que siembra banderas, cosecha soberanía».
Luego de sostenidas protestas populares un acuerdo, firmado en 1962 entre el presidente panameño Roberto Chiari y el estadounidense John F. Kennedy, determinó que las banderas de ambos países debían ondear en las áreas civiles de la Zona del Canal, a partir del primero de enero de 1964, pero los zoneistas se negaron a izar la insignia panameña. Días después, el 9 de enero, un enfrentamiento entre policías y estudiantes dejó un saldo 20 manifestantes muertos y centenares de heridos, suceso que pasó a la historia del país centroamericano como el «Día de los Mártires».
Tratado Torrijos-Carter
Tras ese llamado «enero oscuro», el 3 de abril de 1964 comenzaron las conversaciones entre Estados Unidos y Panamá, que culminarían con el Tratado Torrijos-Carter, el cual representaba el apellido de los presidentes Omar y James, de Panamá y Estados Unidos, respectivamente.
Firmado en 1977,en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA), ese acuerdo contempló la suscripción de dos pactos: el Tratado de Neutralidad y el Tratado del Canal de Panamá y entregó a la nación istmeña, el 31 de diciembre de 1999, el dominio absoluto de esa vía navegable artificial con una longitud de 65 km, que enlaza a los océanos Atlántico y Pacífico.
Según comentó el economista Carlos Arauz a la agencia noticiosa EFE, la geopolítica o el comercio están detrás de la arremetida de Trump contra el Canal de Panamá. «El presidente electo estadounidense está enviando un mensaje a Latinoamérica de que tiene que alinearse con los intereses de Estados Unidos ante la inevitablemente guerra comercial con China y quizá también presionando una negociación en materia de peajes, o para que el país centroamericano acoja migrantes que se dirigen al Norte».
Repercusión internacional
La posición panameña ha recibido amplio respaldo de países de América Latina y, en particular, del Parlamento Latinoamericano y Caribeño (Parlatino) y China, al expresar su apoyo al «ejercicio pleno» de la soberanía de Panamá sobre todo su territorio y el canal interoceánico, en respuesta a las palabras de Trump.
En un comunicado, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), resaltó que la vía interoceánica es un importante paso comercial protegido por el Derecho Internacional, el Tratado Torrijos-Carter y el Tratado Relativo a la Neutralidad Permanente y su funcionamiento,
ALBA-TCP, bloque de integración latinoamericano y caribeño, señaló que dichos acuerdos«tienen carácter de ley inamovible y establece que la vía marítima es parte inalienable del territorio panameño, por lo que esta pretensión representa una agresión a la soberanía de ese país», al tiempo que expresó su rechazo a esa nueva amenaza y su apoyo a la República de Panamá «en la defensa de su soberanía, integridad territorial y libre determinación».
La segunda «era Trump»
Como cualquier serie de televisión, este 20 de enero de 2025, se inicia la segunda temporada de la «era Trump», cuando el multmillonario republicano se instale en la oficina oval de la Casa Blanca en Washington, cuyos avances de los capítulos ya se ha encargado de ir adelantando, a través de amenazas y advertencias sobre la política agresiva que llevará a cabo contra países de América Latina, entre los cuales pretende incluir también a Panamá, con la descabellada aspiración de quitarle a los panameños su canal.
Dice un refrán que «del dicho al hecho hay un gran trecho», pero en el caso del rubio Trump no hay que confiarse, porque hasta ahora ha demostrado que sí cumple, lo que dice.