El 2 de abril de 2025 pasará a la historia de Estados Unidos como el «Día de la liberación», según lo proclamó el presidente Donald Trump, pero en realidad lo que marcó fue el inicio de una guerra económica contra 185 países del mundo, como parte de sus intenciones degobernar los próximos cuatro años a base de amenazas, esta vez mediante un chantaje arancelario, a nivel global.
Pero, sobre todo, el objetivo principal de este «Día de la liberación», llamado así porque, según Trump, se «liberará a Estados Unidos de la dependencia de productos extranjeros», es imponer la hegemonía de Washington, en el comercio mundial y así frenar la influencia de China en ese terreno, tanto en América Latina, como en otras partes del planeta.
Ya ese propósito venía cumpliéndose, cuando el mandatario impuso un 10 % de aranceles al gigante asiático, con el argumento del supuesto dominio de Beijing sobre el Canal de Panamá, el principal pretexto que ha puesto el despeinado ocupante de la Casa Blanca para apoderarse de esa vía marítima, pues según él: «China está operando el canal de Panamá y no se lo dimos a China, se lo dimos a Panamá. Y lo recuperaremos», dijo, acusaciones que tanto el gobierno de la nación istmeña, como del país asiático han rechazado.
«Más nueces que ruidos»
El caos que impera ahora a nivel global, como consecuencia de la cruzada arancelaria establecida por Trump, realmente invierte la frase de más «ruido que nueces», pues no se trata solo de efectos menores en lo económico y comercial, sino que ya se observan severos daños en esas esferas en los países incluidos en los planes de tributos impuestos alcomercio mundial, por el presidente número 47 de Estados Unidos.
Al parecer, el efecto negativo que ha causado la ofensiva arancelaria de Donald, lo hizo dar un paso atrás una semana después de firmar su larga lista de aranceles a 185 países, y el miércoles 9 de abril anunció una tregua de 90 días para la aplicación de los mismos, excluyendo por supuesto a China de ese acto de clemencia del «emperador Trump», quien insiste en no levantar su dedo pulgar para «perdonar» al gigante asiático, cuyos gravámenes sobre los productos exportados a Estados Unidos, se elevaron al 125%.
Ese «perdón» momentáneo no fue un acto de nobleza ni de arrepentimiento del rubio mandatario, sino que se vio obligado a echarse atrás, dadas las pérdidas consecutivas de la bolsa en Wall Street, pero, sobre todo, el ocupante del despacho oval en Washington dijo basar esa decisión en el hecho de que más de 75 países se habían puesto en contacto con su gobierno, para negociar. Al día siguiente de ese anuncio en su red Truth Social, se burló deesas naciones asegurando que le estaban «besando el trasero» (aunque la palabra real no fue esa) y porque «la gente se estaba «asustando un poco».
Las políticas arancelarias de Trump generan preocupación en los mercados y entre ejecutivos del sector privado, lo cual se reflejó en una encuesta presentada por Jeffrey Sonnenfeld, decano de la Escuela de Administración de Yale, el 89 % de los líderes empresariales consultados considera que estas medidas podrían empujar a Estados Unidos a una recesión innecesaria.
Lo cierto es que este enfrentamiento entre las dos grandes economías del mundo, por la «guerra sin balas» iniciada por Trump, ya ha borrado billones del valor de los mercados globales, según los informes de entidades financieras.
La respuesta de China
En este caso, el país respondón fue China al golpear a Trump con la imposición de un 125 % de sus exportaciones a Washington y declarar que promete luchar hasta el final, exigiendo respeto por parte del inquilino de la Casa Blanca. «La imposición de aranceles anormalmente altos por parte de Estados Unidos a China es una grave violación de las normas económicas y comerciales internacionales, así como una violación de las leyes económicas básicas y del sentido común, y es totalmente una práctica unilateral intimidatoria y coercitiva», de acuerdo con la Comisión de Aranceles Aduaneros del Consejo de Estado chino.
El Ministerio de Comercio del país asiático afirmó en un comunicado; «La amenaza de Estados Unidos de escalar los aranceles contra China es un error sobre otro error, que vuelve a evidenciar la naturaleza extorsiva del lado estadounidense. Si Estados Unidos insiste en imponer su voluntad, China luchará hasta el final y añadió: «Dado que China ya enfrenta una tasa arancelaria superior al 60%, no importa si sube un 50% o un 500%».
A la vez, el economista Xu Tianchen declaró a «Economist Intelligence Unit»: «Si los aranceles siguen subiendo, se convierte en una batalla de voluntades y principios más que de economía».
Críticas a la guerra arancelaria de Trump
La guerra arancelaria de Trump ha recibido críticas de organizaciones internacionales como Naciones Unidas. Pamela Coke-Hamilton, directora ejecutiva del Centro de Comercio Internacional, perteneciente a la ONU, opinó que: «Si esta escalada entre China y Estados Unidos continúa, resultará en una reducción del 80% en el comercio entre los países, y el efecto dominó de eso en todos los ámbitos puede ser catastrófico». Por el momento, precisó, Beijing mantiene el pulso con EE UU en la guerra comercial.
Dan Wang, experta en China del grupo Eurasia, dijo que Trump prácticamente ya había eliminado las ganancias de los exportadores chinos una vez que los aranceles superaron el 35% y después de eso, subrayó, Beijing no debería exportar a Estados Unidos en absoluto. «Podría ser un 1000%, de aranceles, pero si no hay comercio, no hay daño».
Andrzej Domanski, ministro de Finanzas de Polonia, al hablar ante la reunión del Consejo informal de ministros de Economía y Finanzas (ECOFIN) de la UE, en Varsovia, quien reconoció que la volatilidad en los mercados de los últimos días no se veía desde el inicio de la pandemia de Covid-19. «Hemos visto cómo los mercados han caído, como los precios de petróleo y del cobre han caído de forma masiva».
Pero las críticas a la política comercial de Trump vinieron, incluso, de su más cercano aliado: el empresario multimillonario Elon Musk, quien ha lanzado críticas indirectas a la agenda comercial de la Casa Blanca, evidenciando las crecientes tensiones sobre los aranceles de gran alcance del presidente.
Según CNN, Musk llamó idiota a Peter Navarro, principal asesor comercial del presidente Trump, y autor de la guerra arancelaria de la Casa Blanca. Musk dijo que: «El impacto de los aranceles en Tesla (fábrica de automóviles), sigue siendo significativo».
«El tiro por la culata»
Pero lo más interesante que se está dando en estos momentos es un giro de 180 grados, un acomodo de cargas, que busca el acercamiento a China y no su exclusión como pretende Trump.
Por ejemplo, el Jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, afirmó que «España es partidaria de unas relaciones más equilibradas entre la UE y China», tras reunirse con el presidente chino, Xi Jinping, al que le envió un mensaje claro de acercamiento político en una reunión de ambos en Beijing, mientras la respuesta de Xi fue que «cuanto más turbulenta sea la situación internacional, más importante será tener buenas relaciones con España» y, al mismo tiempo, le pidió a Sánchez que «China y Europa se unan contra las prácticas intimidatorias» de Trump.
En otras latitudes ya también se empieza a pensar en el gigante asiático como la mejor opción para el intercambio comercial y, por otro lado, muchos dentro y fuera de Estados Unidos consideran que el llamado «Día de la liberación» decretado por Trump debería verse mejor como el «Día de la destrucción» de la supremacía norteamericana.
Ahora se dice que el magnate norteamericano está dispuesto a conversar y negociar con China, lo que lleva a concluir que, en lo referente a los planes de aislar al llamado Celeste imperio en el comercio mundial, su principal objetivo en esta «guerra sin balas», a Trump le ha salido «el tiro por la culata».