Los multitudinarios desfiles por el primero de mayo en el país fueron un contundente bofetón a los enemigos de fuera y de dentro que se desgañitan hablando que el pueblo cubano no quiere Revolución, pero también fue un tácito llamado a la acción para resolver los problemas que lo agobian cada día.
La suma de varios millones de personas que respaldaron con su presencia y entusiasmo la tradicional fiesta de los trabajadores no pudo tener mejor compañía que el pedido del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, hace 25 años, de “cambiar todo lo que deba ser cambiado”.
El concepto de Revolución, planteado por Fidel en esa misma plaza habanera hace un cuarto de siglo, mantiene hoy plena vigencia. La contundencia de los desfiles reiteró a la dirección del Partido Comunista de Cuba y el Gobierno el respaldo popular a la vez que el mandato de resolver los problemas que impiden el desarrollo económico del país, la producción y los servicios. Entre ellos, armonizar sin trabas todos los factores que pueden aliviar la crisis actual con el esfuerzo conjunto de empresas estatales, mixtas, del sector privado tanto en MiPymes como de trabajadores por cuenta propia (TCP), y cooperativas, así como eliminar obstáculos burocráticos para facilitar la imprescindible inversión extranjera y garantizar su rentabilidad.
El pueblo defendió la continuidad de la Revolución y demandó el fin del bloqueo genocida impuesto por Estados Unidos hace más de seis décadas, acrecentado de nuevo por la actual administración estadounidense, pero requirió, también, la atención inmediata a las dificultades cuya solución agobia a la población y que no dependan directamente de las férreas restricciones que pretenden rendir al pueblo por hambre y necesidades.
Este es el momento de priorizar las inversiones y los gastos estatales, de paralizar todo lo que no conlleve un incremento inmediato de la oferta de alimentos a precios controlados, acordes con los exiguos salarios y las más exiguas pensiones, aliviar con prontitud la crisis energética, restablecer el consumo de gas licuado en envases afectado desde diciembre pasado, normalizar el suministro regular de agua y el abastecimiento de combustibles, así como de los medicamentos que necesita la población.
Por supuesto, no puede haber eficiencia económica si no se cortan de raíz y sancionan la corrupción, el soborno, el mal servicio, los malos controles de calidad y de inventarios, o la evasión fiscal. Tampoco habrá una mejoría ni se logrará salir de la actual crisis sin administraciones responsables, ejemplares, austeras, exigentes, creativas para buscar soluciones ante las dificultades, y promotoras de inventivas amparadas en el desarrollo de la ciencia y las tecnologías, como ha insistido reiteradamente el Primer Secretario del Partido Comunista y Presidente de la Republica Miguel Diaz-Canel Bermúdez.
Muchos de los rostros presentes en los desfiles en todo el país reflejaron la acumulación de años de duro trabajo y, por ello, no podemos dejar de mencionar entre las necesarias prioridades la atención de las personas actualmente vulnerables por sus bajas pensiones, la pérdida del poder adquisitivo que alguna vez tuvieron, porque viven solas, o están limitadas por razones de salud.
En muchos de esos casos la solución inmediata no estaría en un modesto incremento de sus pensiones, sino en facilitarles la adquisición de módulos alimenticios que puedan pagar con sus muy limitados ingresos, lo cual no es un favor sino una obligación del Estado con quienes hicieron y defendieron la Revolución en todos los terrenos durante muchas décadas sin pedir algo a cambio.
Como demostró Fidel en tantas ocasiones, desde que puso en peligro en 1956 el desembarco del yate Granma al retrasarlo varios días hasta encontrar en el mar a un combatiente caído, pasando por el Periodo Especial donde estuvo siempre junto al pueblo en los lugares y momentos más críticos buscando soluciones, este es el momento de priorizar lo que verdaderamente es el cimiento y sostén del sistema socialista cubano: la atención a los hombres y mujeres que la han defendido ante todas las agresiones, y la formación de las nuevas generaciones que tienen la esperanza de vivir en mejores condiciones, asociadas a un crecimiento económico.
Juntos podemos, es una consigna tan vigente hoy como cuando la pronunció el General de Ejército Raúl Castro Ruz, al afirmar que Sí se pudo, Sí se puede y Siempre se podrá. El reciente Primero de Mayo así lo demostró, cuando el enemigo presagiaba un desfile anémico y carente de la masividad y combatividad. Pero también ese respaldo popular, en uno de los momentos más críticos que ha enfrentado la Revolución en sus 66 años, obliga, en nuestra opinión, a replantear las prioridades oficiales de inversión para proteger lo más importante, los que la hicieron y hacen posible y vencedora con su firmeza: la población cubana.