3ra Edición

2da Temporada

La Ñico López, un hito en la formación de periodistas

Escuela Superior del Partido Comunista de Cuba

Estaba por terminar el año 1966, el octavo desde el triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959, y Cuba toda bullía en acontecimientos transformadores, a los que se sumaría desde el 2 de noviembre el Curso de Periodismo de la Escuela Superior del Partido Comunista de Cuba, Ñico López.

Sin dudas un hecho relevante, si bien quienes lo protagonizarían, profesores y alumnos, solo serían realmente conscientes de ello muchos años después, como suele ocurrir en el torbellino de novedades que genera una transformación política, económica y socio-cultural de genuina estirpe.

“No se trata de formar periodistas que se hagan revolucionarios, sino de dotar de las debidas herramientas para esa profesión a revolucionarios que quieran ser periodistas” constituyó el concepto perseguido, defendido y en breve tiempo realizado por quienes desde la dirección del país concibieron el curso.

Los que nos vimos involucrados en tan ingente empeño — 26 jóvenes desde 19 años, junto con algunos, pocos, más adultos y con cierta experiencia en el ejercicio de la profesión– llegamos a uno de los predios de la escuela ubicada entonces en Mulgoba, Boyeros, prácticamente desde las entonces seis provincias del país.

Para todos, sin excepción, quedó abierto un mundo nuevo, caracterizado por las enseñanzas sobre prensa socialista magistralmente impartidas por un profesor hispano-soviético, de apellido Morales, sólida base para todo lo que vendría después.

Como la primera herramienta que un periodista debe manejar es su propio idioma, tuvimos el privilegio de contar con el rigor, la fluidez y la sabiduría en gramática y redacción de la profesora Ofelia García, una verdadera institución en la Universidad de La Habana puesta a nuestra disposición de manera intensiva.

El curso con carácter interno, finalizado en junio de 1968, se desarrolló casi en su totalidad en la nueva sede de la Ñico López en Jaimanitas y como todo lo novedoso, inédito, sin precedentes, tuvo su impronta en las demás asignaturas que lo compusieron.

Además de Economía Política y Filosofía –dos materias ineludibles en ese centro docente– se sumaron otras nunca antes incorporadas al periodismo, como Historia del Movimiento Obrero Cubano e Internacional, Taquigrafía, Organizaciones y Organismos Internacionales, entre otras.

En las dos primeras disfrutamos de las charlas didácticas de las principales figuras en la materia, como Humberto Pérez y Félix de la Uz, el verbo encendido de Sergio Escalona, las trampas tendidas por Salomón, la seriedad de Clemente y Toscano.

Y fueron estelares las vibrantes lecciones de José Antonio de la Osa, una de las estrellas del Departamento de Versiones Taquigráficas del Gobierno Revolucionario; la sabiduría enciclopédica de un veterano dirigente sindical; la experiencia acumulada del destacado diplomático e historiador Pedro Álvarez- Tabío.

Todo ello tuvo como complementos las prácticas nocturnas en el diario El Mundo, bajo la supervisión del ilustre Luis Gómez Wangüemert y su mano derecha Jaime Gravalosa, las clases de Literatura Hispanoamericana e Historia en la Universidad de La Habana, y la graduación a toda pompa profesional en 1968 con la edición de un periódico hecho por nosotros mismos, Guerrillero Heroico, en las redacciones y los talleres del diario Granma, seguidos por la mirada atenta y la sonrisa aprobadora de Jorge Enrique Mendoza.

Fueron años de esfuerzos compensados con el alto nivel de conocimientos adquiridos que nos permitió a toda aquella sangre nueva en el periodismo cubano desempeñarnos de inmediato ante las premuras nacientes de los cambios en la profesión en ese año y, con el pasar del tiempo –por cierto breve– ascender a tareas de mucha responsabilidad dentro y fuera de Cuba.

No sería exagerado afirmar que se trató de una revolución en la delicada tarea de instruir a los profesionales requeridos por la revolución y el Partido para enfrentar el desafío de siempre de nuestros adversarios ideológicos y que experiencias como aquellas merecen tenerse en cuenta para la formación de los periodistas cubanos del presente y el futuro.