A fines de 1971, en ocasión de un trabajo voluntario auspiciado por la UPEC, conversaba con el fotógrafo Julio González Romeo (padre de nuestra Lisanka) acerca de mi inminente ubicación en la revista Verde Olivo, toda vez que estaba muy próximo a graduarme en la Universidad de La Habana. Julio, con expresión de alegría, me dijo: ¡Qué bueno!, allí te forman…. Mi enojo no se hizo esperar y le dije: ¨mire, yo no soy ningún deformado. Tengo ya nueve años de militante de la UJC y eso le debe decir algo…¨
Cuando me presenté en la revista, ya tenía algún fogueo profesional en virtud de haber pasado por los periódicos El Mundo y Girón, además de mis colaboraciones para Granma y la revista ANAP, principalmente. Me recibió el director de la publicación, el entonces primer teniente Eduardo Yasells. Como todo recién graduado, iba con deseos de “comerme el mundo”.
Yasells, con su característica flema, hizo hincapié en que pasara a la sección de Ciencia y Técnica, decisión que no fue de mi agrado, pero disciplinadamente me integré e hice esfuerzos por una mayor aparición de materiales nacionales en ese espacio.
Pasado un tiempo, fui promovido a un grupo denominado Reportajes Nacionales, que era como una tropa de choque, un “apaga fuegos”. A la vez, simultaneaba con la elaboración de materiales en apoyo a los temas de la preparación política en las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
A la vez, todos los martes, aún con la tinta fresca, se analizaba en el colectivo el contenido de la publicación, valiosa fuente de intercambio y de conocimientos.
Después de ese entrenamiento, la nueva designación fue para la subsección de Historia y Tradiciones Combativas. Y llegó el momento más anhelado: integrar el equipo de Preparación Combativa, devenido Vida en las FAR. Ello transcurre junto a mi alta en los cuadros de oficiales.
Pero, ¡alto! No bastaba con esos pasos, pues hacía falta dotarme de conocimientos militares. Sin experiencia en las tropas, fui alumno de un curso de superación de oficiales en la Escuela Interarmas Antonio Maceo. No defraudé a mis superiores porque regresé con una calificación de 5 puntos en todas las asignaturas y primer expediente de mi especialidad.
No me percataba de las razones de esos movimientos y, un día, el Jefe de Redacción, Frank Agüero Gómez, me comunicó que sería nombrado Jefe de la Sección y su sustituto. En una calurosa noche me transmitía los hábitos y habilidades acerca de la confección y el cierre de la revista. Me orientó una práctica y pensando que estaba junto a mí, no lo vi hasta la mañana siguiente cuando me revisó. En el fondo su acción fue para que tuviera autonomía.
Sería harto prolijo detallar mi paso por Verde Olivo. Allí alcancé la militancia en el Partido Comunista de Cuba. Cubrí actividades de alto nivel en Argelia, Hungría, la antigua Unión Soviética y República Popular de Angola y mi vocación internacionalista se vio coronada con la designación de desempeñarme como corresponsal de guerra en Nicaragua.
Ahora, qué pudiera hacer. Sencillamente, presentarle mis disculpas a Julio porque no se equivocó. Verde Olivo fue decisiva en mi formación revolucionaria y profesional. Me siento orgulloso de ser verdeolivero.
Pie de foto: Eduardo Yassels, director de Verde Olivo, quien recibió a Lesmes La Rosa cuando empezó a formar parte del colectivo de periodistas militares y civiles de esa publicación. (Foto: Tomada de Mesa Redonda).