Revista Visión
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2da Temporada

Siempre presente Raúl Corrales Fornos

Raúl Corrales
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Pasan los años, pasa la vida. Surgen nombres en la escena de la fotografía cubana. Periódicos, revistas y páginas digitales muestran los valores de los que escogieron la belleza no vista, el espíritu de los objetos y el alma de los hombres para graficar los medios de comunicación de este país caribeño.

Al triunfo de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959 ya Cuba poseía un equipo de fotógrafos de alta gama. Unos vivían en la isla y otros en el exterior, pero todos se encontraron en La Habana y dedicaron sus vidas a plasmar la crónica gráfica de un acontecimiento político que estremeció las raíces de América Latina, con una fuerza que se expandió por varios continentes.

En ese grupo de los mayores exponentes de la promoción de fotógrafos cubanos aparece Raúl Corrales (1925-2006) cuyo nombre y obra constituyen un emblema de lo mejor de la historia política de este país.

LEGADO DE LA HISTORIA COTIDIANA

Corrales Fornos dejó como legado los testimonios de sucesos históricos –entre ellas la batalla de Playa Girón- que aún conmueven por la manera tan personal que poseía de captar los detalles que dan grandeza a determinados sucesos irrepetibles. 

Nacido en Ciego de Ávila el 29 de enero de 1925, en 1959 ya era un profesional reconocido como jefe de fotografía de la agencia de publicidad Cuba Sono Films. Un día su madre decidió venir para La Habana con su esposo y todos sus hijos. El pequeño Raúl de inmediato vendía periódicos y asistía a la escuela. Después pasó a colaborar con las publicaciones Carteles, Bohemia, Última Hora y Hoy. Desde 1957 hasta 1958 fue director de fotografía de la Agencia publicitaria Siboney y desde 1959 al 1961 fotógrafo acompañante del líder de la Revolución Fidel Castro. En aquel período fue también colaborador de revistas como Revolución e INRA.

Sus artísticas obras más recordadas aparecieron en el periódico Revolución, en el que coincidió con otros grandes como Osvaldo Salas y su hijo Roberto –Salitas- Korda, Liborio Nodal, quienes también hicieron historia en el periodismo gráfico del país.

Gracias a ese estelar equipo de fotógrafos dotados de maestría y creatividad el mundo conoció la gesta revolucionaria y a sus líderes, e igual de importante el rol jugado por el pueblo cubano difíciles situaciones históricas.

UN HOMBRE ¨SIN RODEOS¨

Los que conocieron a Corrales coinciden en que siempre fue preciso en sus ideas y nunca calló un criterio. Muchos dijeron que era un ¨malas pulgas¨, pero todos reconocieron en este hombre de estatura baja y siempre con una cámara al hombro un compañero fiel y un amigo dispuesto a ayudar en tareas profesionales y humanas.

Desde pequeño, Corrales amó la fotografía. Cuando aun era un niño ya soñaba con ser fotógrafo, y un día una camarita llegó a sus manos y nunca más pudo vivir separado de aquel equipo.

Los que fueron creciendo profesionalmente a su lado le llamaban Maestro. Hasta su morada en Cojímar llegaban sus amigos, pocos pero buenos, solía decir, y aun cuando ya tenía casi 80 años, los fines de semana amenizaban extensas tertulias en su reducto hogareños, adonde llegaban también sus tres hijos y sus nietos para compartir anécdotas y recuerdos, siempre acompañados de su esposa Norma.

Corrales, miembro de la Unión de Periodistas de Cuba y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, integró el llamado grupo de la denominada ¨fotografía de la épica¨.

MIRAR, ESE FUE EL SECRETO

Era un profesional que miraba y veía todo, como un ejercicio de destreza. Más de una vez afirmó que observaba siempre. Personas, escenarios, esquinas, objetos. Fue construyendo para sí una sensibilidad instruida que permitió que sus obras no se parezcan a la de ningún otro fotógrafo.

Uno de los legados dejados por este profesional fue la introducción de los primeros ensayos fotográficos en Cuba, y con ellos mostró un camino a los demás. Fue catalogado como ¨el ojo de los sesenta¨, una etapa crucial para la Revolución. Sus imágenes antológicas son únicas. Cojimar, la bella comunidad habanera, fue una fuente inspiradora. Allí captó humildes pescadores, obras maestras para la época, y también a personalidades como el escritor Ernest Hemingway, que encontró en aquel pueblito marinero la salvia para una de sus más importantes novelas.

Su ensayo fotográfico sobre la batalla de Playa Girón es un clásico en su género. En medio de los bombardeos enemigos, Corrales cayó de bruces al agua de la playa, al encabritarse el vehículo de combate donde viajaba detrás de tanque ocupado por Fidel Castro. Un libro de imágenes recoge esas instantáneas gestadas por el avezado cazador de momentos.

Vivió 81 años el autor de Atarraya, El sueño, Caballería mambisa, Primera Declaración de La Habana, Stetson, Beautyrest, El Pollo y tantas otras imágenes históricas sobre Cuba y sus gentes. La perfección de su obra fue lograda con la inteligencia y la destreza de un autodidacta espontáneo, implacable con la facturación del revelado y la impresión. Las fotografías sobre la Revolución Cubana aparecían, entre otros, en el New York Times de Estados Unidos. Hasta el país norteño llevó las verdades de Cuba.

Corrales forma parte de lo mejor de la cultura cubana. Capturó y perpetuó con su mirada la esencia de su país en Revolución y elevó aun más el alto rango de la fotografía cubana. Cronista de su tiempo, fue un gran artista que llevó su obra a numerosos países, tanto en exposiciones personales como colectivas.

Ellas forman parte de la colección de la Fototeca de Cuba, Fundación Michael Horbach de Alemania y Museo de Bellas Artes de Houston, Texas, entre otros.

Recibió en 1998 la más alta condecoración del Estado cubano en la esfera de la cultura: la Orden Félix Varela, y en 1996 el Premio Nacional de Artes Plásticas, entre otras distinciones.

Cuando se hable de fotografías y fotógrafos en la Cuba de todos los tiempos, Raúl Corrales Fornos siempre dirá presente.

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