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2da Temporada

Primero de Enero de 1959: Una luz de esperanza en el futuro

Primero de Enero de 1959: Una luz de esperanza en el futuro
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Supongo que para todos los de mi generación haya sido un impacto tremendo aquel 1 de enero de 1959 y todas sus ramificaciones, en dependencia del entorno personal y familiar en aquel momento histórico de colosal trascendencia.

Para mí, a la altura de los 79 septiembres acumulados y en el torbellino de acontecimientos de hoy y ahora que me atrapan convertido en un periodista jubilado- que no retirado-, constituye una conmoción inmensa sobrevolar en retrospectiva por la vorágine de lo acontecido desde entonces acá.

Precisar primero que las mieles de la liberación de la sanguinaria dictadura llegaron a mi cabeza y corazón un poco antes del glorioso Primero de Enero, cuando el 27 de diciembre de 1958 el último foco de resistencia del ejército de Fulgencio Batista pactó su rendición con las tropas guerrilleras en Palma Soriano, la ciudad de casi toda mi familia paterna y materna.

Todos salimos a festejar, a manifestar la alegría con abrazos, reencuentros después de varios días encerrados en casa en los refugios improvisados que cada cual se construyó, a visitar parientes y amigos, a comenzar a proyectar la nueva vida que mostraba sus primeros rostros con las noveles autoridades.

Cuando finalmente el tirano se dio a la fuga, desde la propia Palma Soriano, en el portal de una casa convertida después en museo histórico, decenas y decenas de vecinos informados por el infalible boca a boca de la presencia del ya legendario Fidel Castro pudimos verlo desde lo alto de una acera aledaña.

Ante un micrófono de Radio Rebelde, sostenido por el capitán Jorge Enrique Mendoza, el líder indiscutible lanzaba su proclama al pueblo de Cuba para no dejarse usurpar el triunfo que tanta sangre había costado, rechazar cualquier componenda palaciega y estar preparado para una huelga general si fuese necesario.

Lo que vino después es la historia de las conquistas de todos los cubanos redimidos de aquella brutal represión: la toma de Santiago, las noticias de la ocupación de la fortaleza de Columbia por Camilo Cienfuegos el 2 de enero y la de la Cabaña el día 3 por el Che para garantizar la llegada a La Habana el 8 de enero de la Caravana de la Libertad, con Fidel y su pléyade de héroes al frente.

La felicidad del reinicio de las clases fue la primera gran expresión de esa victoria para la muchachada de entonces, que sin ni siquiera imaginar cómo serían sus vidas futuras comenzaba a darse cuenta del mundo nuevo que se abría ante sus ojos.

De ahí el entusiasmo por integrarse en las llamadas Patrullas Juveniles primero y Asociación de Jóvenes Rebeldes después, hacer guardias en los edificios públicos ante cada una de las amenazas de la contrarrevolución y sus amos del Norte, templar el cuerpo y el espíritu en el ascenso por cinco veces del Turquino, alistarse en las milicias, formar círculos de interés…

Para mí, en 1959, con 14 años, todo era nuevo, atrayente, cautivador, o sea, revolucionario, como decían los más avezados, a pesar de que Palma no nos ofrecía nada más que terminar la secundaria, porque ahí terminaba el nivel de enseñanza pública y el acceso a la privada era imposible.

Pero vino la Campaña de Alfabetización, su exitosa culminación, el Plan de Becas que me benefició con la oportunidad de avanzar en la educación, mi graduación como profesor de Idioma Ruso que ejercí nada menos que en la Secundaria de la Ciudad Escolar 26 de Julio en el cuartel Moncada convertido en escuela, el activismo en propaganda y cultura en la Unión de Estudiantes Secundarios de la entonces provincia de Oriente que me llevó incluso a dirigir un programa radial estudiantil en la CMKC de Santiago.

Esa fue la catapulta que me puso en abrir y cerrar de ojos en la Escuela Superior del PCC donde realicé junto a otros jóvenes de todo el país el curso de Periodismo que me llevó de la mano a ingresar en la Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina un 5 de junio de 1968 y donde aún laboro.

En y con PL, puedo decir sin empacho alguno, alcancé mi madurez como persona, como profesional y como revolucionario, alimentado por una experiencia internacional que ni en mis más alocados y fantasiosos sueños había podido imaginar.

Dos años de intenso bregar que incluyó coberturas de relevantes acontecimientos protagonizados por Fidel para avanzar en el desarrollo socioeconómico del país determinaron que estaba apto para mayores desafíos y en febrero de 1970 salí a Praga como segundo corresponsal de PL en la entonces Checoslovaquia y la UPEC me destacó como su representante en la Organización Internacional de Periodistas (OIP), con sede en esa capital.

Después se sucedieron múltiples nombramientos de PL en siete años y medio que abarcaron Bulgaria, Unión Soviética y Yugoslavia, retorno a la central, responsabilidades en varias redacciones, editor jefe internacional y de nuevo a Moscú como corresponsal- jefe donde viví, sentí y reporté los acontecimientos que antecedieron el desmoronamiento de la URSS.

Las experiencias adquiridas en ese fogueo recomendaron mi designación en la oficina de PL en la ONU, seis años de por veces agotadoras jornadas derivadas de acontecimientos tales como el genocidio en Ruanda, las agresiones a Iraq, el conflicto en Chechenia, el tema Palestina, los bombardeos de la OTAN a Yugoslavia y el fin de ese país.

Le siguieron estadías prolongadas en Portugal, Argentina, Vietnam y Serbia, nuevos escenarios, diversos retos y devastadoras incidencias, como la pandemia de la Covid-19.

Todo un diluvio de vivencias que hubiese sido imposible e impensable de transitar para un hijo de un albañil pobre y una diligente ama de casa de aquella Cuba anterior a 1959 de no haber triunfado la Revolución aquel Primero de Enero y el fenomenal proceso de transformaciones que desató y se empeña en continuar.

Palabras claves: Fidel Castro, Cuba, Palma Soriano, Prensa Latina, Revolución Cubana, Primero de Enero, Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Caravana de la Libertad,

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