2da Edición

2da Temporada

PRENSA MILITAR EN CUBA REVOLUCIONARIA (II)

Cada semestre dentro de los planes del periódico Ejército se programaban seminarios o talleres para elevar la superación de los miembros fijos de la redacción, así como de los corresponsales y colaboradores.

En coordinación con la sección de Educación Propaganda y Publicaciones de la UPEC nacional, que dirigía la periodista Irma Armas Fonseca, se conformó un colectivo de profesionales de una gran experiencia, adquiridas en los  años de trabajo en distintos órganos de prensa, antes y después del triunfo de la Revolución.

Encabezados por  Evelio Tellería Toca, quien se encargó de mostrar las vías para lograr obtener una buena información, mediante las entrevistas, el reportaje y el comentario; otro de los grandes maestros fue  Luis Rolando Cabrera, quien mostró conocimientos  y experiencias logradas, escribiendo incontables reportajes para las principales revistas y periódicos del país.

Las conferencias o conversatorios, como preferían llamar a estos encuentros, fueron publicadas en los talleres del periódico Ejército, dos de la autoría de Evelio Tellería (Qué es un corresponsal, en 1974 y Algunas experiencias periodísticas, en 1976) y uno de Luis Rolando Cabrera (Algunos consejos a los colaboradores, en 1976); en formato de folleto con el objetivo que sirvieran como materiales para analizar, estudiar y aplicar sus contenidos en la actividad profesional que debían ejecutar. 

Otro de los principales colaboradores en los Seminarios fue el promotor y periodista Ricardo Cardet, quien había diseñado un método para redactar la información, en todas sus variantes, sin poseer de antemano conocimientos de la técnica de la redacción periodística.

Lecciones Prácticas de Periodismo (I y II) se llamaron esos dos manuales, aprobados por la Organización Internacional de Periodistas, impreso  y distribuido de manera gratuita a las organizaciones interesadas. Todos los corresponsales recibieron éstos valiosos textos.

Félix Arencibia González, destacado fotógrafo que ejercía su labor en la dirección nacional de la Upec, al frente de la sección de esa especialidad, también ofreció su colaboración, fundamentalmente en los laboratorios de la institución y en cuanta colaboración se le solicitó.

No faltaron las inigualables experiencias sobre Diseño y Titulaje impartidas por Tomás Lapique, un excelente especialista en uno de los aspectos de la técnica de redacción periodística, en la que hay que poseer una visión profunda de la frase o palabra clave, que brinde al lector la esencia principal del contenido del texto que se va a publicar. 

No se puede concluir esta reseña sin mencionar el aporte brindado por destacados profesionales del diseño y las artes gráficas, así como a centros de trabajo que dieron vida a los años de existencia de esta publicación, que fue la única, después de la revista Verde Olivo en tener un formato inicialmente de tabloide impreso en papel cromo, con una sola página impresa por las dos caras.

En 1972 pasó a tamaño estándar, utilizado por todos los periódicos de la época, impreso en papel bond, con cuatro páginas, la primera y la última con titulares en color rojo.

En ocasión de una fecha o actividad relevante se incluían otros colores de acuerdo con los diseños que presentaban artistas como René Mederos, Félix Beltrán, José Papiol, Ernesto Padrón, Manuel González (joven diseñador e ilustrador que dio una vida muy animada y agradable al periódico, tenía un estilo original) y Reynaldo Bello.

De la presencia femenina hay que hablar: aunque no se incorporaron desde el momento de fundar la publicación, la presencia de ellas tuvo reconocida importancia, aunque no fuera muy abundante.

La subteniente Ángela Zayda Boizán, fue la primera a quien se confió la responsabilidad de atender el diseño. Ella poseía una impresionante hoja de servicios: combatiente de la lucha clandestina y en las filas del Ejército Rebelde, en la cuales cumplió misiones como sanitaria y mensajera. Después de la Huelga del 9 de Abril, se integró junto a sus padres a la columna 19, Pepito Tey, del Segundo Frente Oriental Frank País, donde ejerció como secretaria judicial hasta el triunfo de la Revolución el Primero de Enero de 1959. 

El equipo profesional, bastante reducido al inicio, comenzó a recibir propuestas para ocupar cargos en la redacción. Así, se sumaron Migdalia Contreras, que tuvo un buen desempeño de su trabajo en la redacción.

La colaboración nunca faltó, gracias a las coordinaciones realizadas por el comandante Julio García, quien mientras estuvo al frente de la Sección Política del Ejército, prestó especial atención al periódico.

También se contó con el apoyo del diario Juventud Rebelde, donde por un período se procesaban las cuartillas en linotipo, porque en los talleres de la redacción en el Calvario no existían esos equipos. Allí muchas veces se realizaban los grabados para ilustrar una información que meritaba ser publicada de última hora.

La acción del linotipo, pasó a ser asumida por los talleres de La Cabaña, cuando ese mando se integra a la estructura del Ejército.

Cada semana se enviaban a la Empresa de Fotograbados José Antonio Echeverría, en la Habana Vieja, las fotos e ilustraciones que aparecerían en el número que se procesaba. 

También brindó su apoyo, en determinados momentos, la imprenta de la Dirección Política de las FAR, al frente de la cual se encontraba siempre dispuesto el teniente coronel Oscar Azua Casal.

Como se podrá observar no faltó el principio fundamental de contribuir a la superación de los miembros del colectivo del periódico, para lograr los niveles de calidad de la publicación y el desarrollo profesional de sus integrantes,

SOCIALIZAR, PRINCIPIO CLAVE

Estas experiencias fueron expuestas en  eventos nacionales organizados por la Sección de Propaganda, Prensa y Cultura de la Dirección Política Central de las FAR. En septiembre de 1974,se realizó el primero, en el que se presentó la ponencia Cómo ha influido el periódico Ejército en la preparación combativa y política del Ejército Occidental .

En los días 18 y 19 del mes de agosto de 1975, se efectuó el Seminario Nacional de la Prensa Militar, en Santiago de Cuba, en el cual se presentó la ponencia El trabajo de los corresponsales en el Ejército Occidental.

En 1976 se realizó en la Casa Central de las FAR, un encuentro con la participación de representantes de los distintos órganos de prensa militares, con el objetivo de reconocer el trabajo del periódico  e intercambiar sus experiencias a partir del texto presentado: Experiencias del periódico Ejército, como vehículo de propaganda y agitación. 

TRABAJO CON LOS CORRESPONSALES.

En diciembre de 1977 se desarrolló el Seminario Nacional de la Prensa Militar, correspondiente a este año, en la Casa Central de las FAR. La ponencia presentada se tituló: Organización, atención y resultados del trabajo de los corresponsales en el Ejército Occidental.

Las experiencias también fueron compartidas en contactos directos con los colectivos del programa radial Información Política y A las 20 horas, del que se imprimieron y comercializaron dos cancioneros con las letras de las piezas más solicitadas al programa, que salía al aire todos los días por Radio Rebelde.

Un encuentro similar se realizó con los miembros de la redacción y colaboradores de la revista Avante, de la Marina de Guerra Revolucionaria. Estas actividades se organizaban en los talleres donde se imprimía el periódico y parte de algunas publicaciones relacionadas con el trabajo de propaganda gráfica y escrita de la Sección Política del Ejército.

Allí los asistentes podían apreciar el proceso de preparación de las páginas del periódico y de su impresión en las máquinas, acción que formaba parte del programa para el intercambio. 

De los años sostenidos y consolidados del equipo fundacional  del periódico Ejército y los que posteriormente lo integraron, queda mucho por  contar, no solo  con datos y referencias que lo hicieron ser totalmente diferente a lo que se habituaba  publicar en los órganos de prensa militares que existían.

Aunque han transcurrido más de 50 años, vale la pena contar y revivir lo narrado de lo que fue un órgano con vida propia, que contó con cientos de hombres y mujeres de todas las edades y grados militares y civiles, que cumplieron su compromiso y deber en la defensa de la Patria y del sistema social libremente elegido.