¿PERIODISTA O FUNERARIO?

Hace 53 años, me encontraba en funciones de corresponsal en un periódico provincial. Radicaba en una capital regional que abarcaba varios municipios y con mi cámara soviética Smena, de 25 pesos, tenía que desplazarme, como dicen los tanquistas, por mi propio eje hasta las fuentes de información. Estaba en pleno apogeo la zafra de 1970.

Un colectivo de macheteros, calificado de alta productividad, había alcanzado resultados muy satisfactorios en ocasión de un chequeo emulativo y, por supuesto, requería y merecía el estímulo de la prensa.

La dificultad era en llegar hasta el lugar del corte, pues era algo distante y no había transporte. Entonces planteé al funcionario que me atendía que resultaba imposible el cumplimiento de la tarea. Un poco contrariado por la situación me dijo: imagínate ya hicimos compromiso con el jefe de la brigada, nos espera y está la palabra empeñada. De todas formas, vamos a ver que se resuelve.

Pasados unos 30 minutos, me llamó a mi improvisado salón de prensa y dijo: oye, nos vamos, ahí está el carro… Cuando me asomé al portal lo que divisé fue la carroza fúnebre de la localidad. Pero ese es el carro de muertos, compadre, le dije. Y me respondió: nos iremos ahí mismo. Además, tú me dijiste que cualquier cosa en que movernos y eso anda y se mueve.

Mientras se producía ese intercambio, el chofer sonaba el claxon del móvil mortuorio y con el sonido ratificaba que estaba de prisa.

¡Qué remedio!, dije. En unos minutos devoramos la carretera y al avanzar unos kilómetros emprendimos la ruta por un camino polvoriento que conducía al cañaveral. En el trayecto, al pasar esa mañana por varias casas, algunos hombres se quitaban el sombrero, una viejita asomada a la ventana se persignaba, mientras que en la puerta de una vivienda, una señora que se encontraba lavando gritó. ¡Solavaya!

Cuando llegamos al lugar, muchos plantones ya habían sido cortados. Los macheteros, al divisar el carro dejaron momentáneamente la labor e indagaron quién había fallecido. El jefe de la brigada, muy asombrado, preguntó al funcionario qué paso y este, risueño, le dijo, nada que aquí traigo al compañero de la prensa.

El líder de los cortadores le expreso: Bueno, fulano, no fastidies, ¿periodista o funerario? Mira, los guajiros vemos estas cosas como de mal agüero. No vengan más en carro de muertos.

Y recibió una respuesta: no te preocupes, mañana se pondrán contentos cuando salga el periódico. Acto seguido indagué por los datos, los resultados en comencé las entrevistas en interés del reportaje.

Al cabo de más de medio siglo, ese hecho surrealista sigue integrando un recuerdo de mi trayectoria profesional.

Periodismo Gráfico

FOTOGRAFÍA DE PRENSA, DOCUMENTAR LA REALIDAD Por: