Mis recuerdos de Frank País
Frank País

Conocí a Frank Pais García en el Instituto de Segunda Enseñanza de Santiago de Cuba en 1949. Dos meses mayor que yo, el cursaba el segundo año y yo el primero. El cumplía los quince en diciembre 7, yo en el próximo febrero 3. Frank pensaba estudiar Arquitectura, pero decidió presentarse por la libre en los exámenes de ingreso a la Escuela Normal de Maestros en septiembre, optando por una de las diecinueve plazas. Obtuvo el primer lugar entre los aprobados con un promedio de 92.1 puntos para sobresaliente.

¿Por qué el magisterio en lugar de la Arquitectura? Porque en cuatro años se graduaba y podría trabajar como maestro para ayudar al sostén de la familia- la madre y dos hermanos menores-, en estrecha situación económica.

El padre de Frank, Reverendo Francisco País Pesqueira, alcanzó el más alto nivel jerárquico de la Iglesia Bautista en Santiago de Cuba. De avanzada edad, sufrió graves lesiones causadas por un accidente del tránsito, y Rosario, trabajadora doméstica en la residencia de la Primera Iglesia, le dio atención muy esmerada.

Terminaron casándose y tuvieron tres hijos. El pastor evangélico falleció apenas llegado Frank a la edad de cinco años. Rosario aceptó el apoyo de la comunidad religiosa, menos el ofrecimiento de internado de los muchachos: – Mis hijos conmigo -, respondió.

Sarah, una hija del Reverendo, les cedió una amplia vivienda de su propiedad en San Bartolomé y Carnicería, donde Rosario distribuyó responsabilidades a la par con el crecimiento de la prole. A Frank, por ejemplo, lo encargó de llevar y traer de la mano y a tres pasos a Josué cuando este cursaba los primeros grados de la Primaria. Cada uno debía mantener ordenada y limpia la habitación que ocupaba, en el patio cultivar flores en los canteros y cuidar las matas de mamoncillo y de parra, y en general ayudar a Mamá, que cada mañana los levantaba muy temprano y Biblia en mano dirigía el repaso de pasajes de la Sagrada Escritura. Frank cocinaba con carbón vegetal.

EN LA NORMAL
Cumplía sus deberes en la escuela y en la iglesia. En la Normal brillaron sus notas de Sobresaliente. Aficionado a la música, la pintura y la literatura, aprendió con la madre a tocar el piano y acompañaba con el acordeón y el órgano los cánticos. En 1951 fue elegido Superintendente de la Escuela Dominical de los Jóvenes Bautistas, que agrupaba a sus integrantes en actividades culturales en la Iglesia y en apoyo a las que se realizaban en pequeños templos de barriadas distantes, hospitales y prisiones. La Iglesia Bautista de El Caney lo recibió en el coro que dirigía y en obras de teatro en que participaba.

En la escuela colaboraba con la revista Hosanna. Asiduamente en la biblioteca, recibió la influencia de su directora, Rafaela Tornés Carulla, reverente martiana y combatiente guiterista en los años 30 del pasado siglo XX. Frank se integró en el selecto grupo del Club Martiano que Fela fundó el 28 de enero de 1952, y dirigió el Club Científico de Literatura y el Pedagógico. Sus compañeros lo habían elegido delegado de aula y vicesecretario de Cultura de la Asociación de Alumnos, desde cuyo cargo organizaba veladas, cobrando la entrada para adquirir libros y otros útiles para la biblioteca

EL 10 DE MARZ0
El golpe de estado que encabezara el 10 de marzo de 1952 el “hombre fuerte” del imperialismo yanqui en la república neocolonial cubana, Fulgencio Batista, fue repudiado masivamente en una concentración de santiagueros en el parque Céspedes. El jefe del Regimiento 1, coronel Álvarez Margolle, no se sumaba a la asonada golpista y declaraba su respeto a las leyes y a la Constitución de la República.

Se acordó en la concentración designar una amplia comisión para darle respaldo en el Moncada. Frank y yo integramos esa representación popular. Antes de llegar a la fortaleza militar, un emisario del Coronel nos pidió que, para evitar un derramamiento de sangre, esperáramos sus instrucciones. Transcurrió el tiempo suficiente para que el capitán Alberto del Río Chaviano, jefe del Escuadrón de la cercana ciudad de Palma Soriano y concuño de Tabernilla Dolz – recien nombrado por Batista jefe del Ejército-, asumiera la jefatura por los golpistas con su ascenso inmediato a coronel, y nos conminaran a retirarnos a nuestros hogares, bajo la amenaza de ser reprimidos violentamente. En tanto los congregados en la Plaza de Marte, que aguardaban las instrucciones del vacilante coronel Margolle, se vieron rodeados por soldados, que se lanzaban desde camiones para desalojarlos a todo tren.

Ya Frank sobresalía por su agudeza y valor. Fue elegido presidente de la Asociación de Alumnos en noviembre de 1952. Concluido sus estudios de magisterio el 7 de julio de 1953, recibió el 18 de ese mes el certificado que lo acreditaba con ese título. En agosto 25 entregó la presidencia a su sucesor.

SU PERIODISMO EN “EL MENTOR”
Colaborador de este medio de prensa normalista, del que fuera además director cuando presidía la Asociación de Alumnos, Frank publicó allí su discurso del 28 de enero de 1953 en el centenario del natalicio de José Martí, una elocuente muestra de la raigambre martiana en el joven cristiano. Asimismo palabras suyas el 16 de febrero de repudio al régimen batistiano y su artículo titulado “Cinco estudiantes y el monte”, de cuando se internó con cuatro compañeros en el Realengo 18, en Guantánamo, para conocer de cerca la realidad en aquel escenario de los campesinos frente a los latifundistas y la Guardia Rural.

LA LUCHA CLANDESTINA
La actividad dentro de las condiciones de legalidad que Batista permitía en aquellos momentos, la realizaba nuestro héroe desde las asociaciones de alumnos y la federación de estudiantes de nivel secundario. Pero al mismo tiempo proyectaba e hilvanaba el combate largo, clandestino, de la lucha armada, a la que se entregó con la pasión y fuerza de sus jóvenes energías. Ante las diversas organizaciones que proclamaban la insurrección, el normalista Armando Colomé le preguntó una vez: – ¿Con quién estamos nosotros?- Y Frank le respondió: – Estamos con Cuba, y actuaremos por nuestra cuenta. Tenemos que ver si nos dan armas-. Lo vemos en el Directorio Estudiantil Revolucionario, de breve vida; en el Bloque Revolucionario de la Escuela Normal (BREN), en “Decisión Guiteras” y en otras que veremos más adelante, pero me detengo en esta para comentar que en aquella nos reunimos varias veces en su casa de San Bartolomé y Carnicería, desconociendo yo que debajo del grueso ramaje de la parra, en el techo, Frank ocultaba armamento.

EL 26 DE JULIO
A las 5 a.m. de esa mañana, conversábamos Frank y yo en mi casa, en General Rabí número 2, en Loma del Intendente, enfrente del caserón de la jefatura de la Policía Nacional. Habíamos pasado la noche con nuestras novias en la fiesta del carnaval, y como todos los santiagueros de vigilia, escuchamos aquellas detonaciones. No eran fuegos artificiales, pues el tableteo de ametralladoras a intervalo nos hizo discernir un combate de envergadura, más que una función de pirotecnia. Se extendió el rumor de que en el regimiento peleaban dos bandos del ejército. Al mediodía supimos que los asaltantes eran civiles vestidos de sargentos y llegados de La Habana, y su jefe el joven abogado de 26 años, Fidel Castro Ruz.

La censura oficial no pudo impedir que el pueblo conociera que Batista ordenó matar a 10 revolucionarios por cada militar muerto en las acciones. Los rebeldes sufrieron solo ocho bajas mortales, y de resultas de esa orden fueron asesinados más de 50, luego de ser hecho prisioneros y torturados salvajemente.

Frank Pais se fue esa mañana hasta las proximidades del Moncada, cuando todavía estaban dispersos los cadáveres de los asaltantes, y siguió hacia la salida de Santiago, por Siboney, donde se suponía que Fidel se había replegado con otros sobrevivientes de la sevicia del tirano. No encontró armas que recoger y entregar a “Decisión Guiteras”, como había pensado. Días después redactó un documento en el que denunciaba los crímenes, citando por sus nombres a los principales ejecutores. Se tiraron más de 2 mil ejemplares en la imprenta de Ángel Martínez Pinillos, en realidad el regente, pues aquella pertenecía al proscripto Partido Socialista Popular.

EN EL COLEGIO “EL SALVADOR”
Graduado de maestro, inició como tal su labor en ese centro adscripto a la Segunda Iglesia Bautista del reparto Sueño. Allí fui testigo de una de sus clases de Cívica: la República Escolar, con sus partidos Aula Escolar y Revolución Escolar, en la que actuaban alumnos como ministros de un gobierno regido por un reglamento y se aplicaban derechos y deberes del ciudadano, la conducta social, la vida pública, la honradez en la administración pública y la justicia social. Cada ministro presentaba su plan de trabajo, que se discutía en el colectivo y era refrendado por el profesor. Frank renunció a su plaza en este centro, pues Cuba lo necesitaba, explicó en una carta, aunque años después, en otras circunstancias, estudiara con Pepito Tey en el curso sabatino de la Escuela de Pedagogía de la Universidad de Oriente, y allí, por iniciativa suya, el 27 de mayo de 1954 se fundara la Escuela Obrera Nocturna , para facilitar vías de preparación y superación. Frank impartía Matemática.

PACIENTE LABOR DE ORFEBRE
Fue uno de los principales divulgadores de “La Historia me absolverá”, el programa del Moncada. Pensó y actuó en consonancia con sus ideales, sin compromisos con caciques políticos, reclutando rigurosamente a estudiantes y trabajadores. Así fue estructurando con su paciente labor de orfebre y poniendo a prueba con audaces acciones, el acopio de armas y municiones, un movimiento clandestino armado, “Acción Revolucionaria Oriental” (ARO), devenida “Acción Revolucionaria Nacional” (ARN) al extenderse a la vecina provincia de Camagüey. Pasó con esta en pleno a integrar la organización de Fidel, quien marchó hacia el exilio en Méjico el 7 de julio de 1955.

RECIA PERSONALIDAD DE SOLDADO Y JEFE
No menoscababa su credo el creyente cuando empuñó y empleó el arma. Mató e hirió porque asumió por convicción la lucha armada como necesidad frente a la violencia revolucionaria. No podía ver el crimen en silencio ni tolerar el abuso.

Recordamos su decisión del 17 de abril de 1956 cuando supo que la policía había tiroteado a los estudiantes que salían de un juicio frente a la Audiencia. Paquito Cruz y Luís González Pantoja fueron heridos de gravedad. Frank salió esa noche con varios compañeros a hacer justicia, produciéndole varias bajas al enemigo.

Forjó su recia personalidad de soldado y de jefe cumpliendo él mismo las misiones más arriesgadas y difíciles. Podía exigir así por el cumplimiento de sus órdenes.

Había que acatarlo porque persuadía e infundía respeto. Fue intransigente en la defensa de los principios. No vacilaba en dar la orden de ejecución cuando era evidente una traición, fuera deserción, delación o apropiación de armas, fondos y otros recursos que tantos sacrificios significaban para la organización revolucionaria.

LA AYUDA A LA SIERRA
En sus últimos ocho meses de vida el joven “David” protagonizó hechos de tal magnitud que son por sí solos elocuente expresión de su capacidad organizativa y de su entrega total a la causa revolucionaria. Era, como dijera Fidel, su brazo derecho. Basta enunciar los acontecimientos: el levantamiento del 30 de noviembre, cumpliendo su compromiso de apoyar el desembarco del yate “Granma”. La ayuda a la Sierra, tomando parte personalmente en el trasiego de amas, en el envío de refuerzos y en el abastecimiento a las montañas. Los intentos de abrir un segundo frente en el norte de Oriente, plan que más tarde cristalizaría con la marcha de la columna comandada por Raúl Castro. Llamó a agrupar a todas las células y a estructurar el aparato clandestino para apoyar a Fidel en la Sierra, pues estaba consciente de que se iniciaba una lucha larga, pero segura, bajo la conducción del Comandante en Jefe. Había estado encarcelado junto con los encausados por el levantamiento del 30 de noviembre y el desembarco del “Granma”. Tras su excarcelación en mayo de 1957, se suceden 2 meses y 20 días de la más intensa actividad que pudo desplegar, dedicado a la reorganización del Movimiento y a perfilar la organización de las Milicias, tarea que no pudo realizar totalmente, sino su sustituto, el comandante René Ramos Latour.

EL ASESINATO
Cerca de las 3 y media de la tarde del 30 de julio de 1957 salía Frank de la casa donde se ocultaba, tratando de burlar el asedio de fuerzas represivas combinadas del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Ejército, la Policía nacional y la Marina de Guerra, encabezadas por José María Salas Cañizares, nombrado el mes anterior jefe militar de la plaza de Santiago de Cuba y apodado Masacre por sus acciones criminales.

Días antes, acompañado de Agustín Navarrete, jefe del Movimiento y escondido con El, Frank había escapado de una encerrona de la policía saltando por las azoteas. Esta vez efectuó la reunión citada para las 2 y 30 con jefes guantanameros, ultimando detalles para la compra clandestina de parque y otros pertrechos en la Base Naval de Guantánamo. No aceptó irse con ellos en el auto que los movía, sino con un colaborador muy cercano y empleado de la ferretería Boix, Raúl Pujol, quien advertido del peligro que se cernía acudía a proteger al jefe. “El Movimiento me ha responsabilizado estar contigo y si ocurre algo muero contigo”, le dijo resueltamente. Y salieron juntos.

Desde San Germán y Gallo, dos cuadras más abajo, los guardias registraban casa por casa. Una posta avanzada les dio el alto. Una voz conocida irrumpió a gritos y repitiendo: “¡Ese es Frank Pais!”. Claro, el jefe revolucionario lo identificó, se trataba de su ex condiscípulo Luís Mariano Randich Jústiz, reducido a despreciable delator. “¡Está armado!”, alerta otro que registraba a Frank. A punta de bayonetas son conducidos los dos hasta el callejón del Muro y obligados a esperar sentados la muerte. Llega Salas Cañizares con su jauría, entre ellos Randich, quien aparta los espejuelos oscuros del rostro del héroe, que desfallecido por los golpes es ultimado junto a Pujol por ráfagas de ametralladoras. Masacre fue el primero en descargar la suya. ¿Quién era Randich? Negro de origen pobre, se había destacado como corredor de distancias cortas .Renaldo Infante Uribazo escribe en su libro biográfico “Frank Pais, Leyenda sin mitos”, que un viejo sargento político de Batista y familiar de aquel alumno normalista ,le consiguió en la policía secreta de la provincia una “botella”- empleo que recibía pago sin trabajar-, pero que al recrudecerse la represión, el sujeto fue asignado a los tenebrosos cuerpos represivos del régimen. Su delación y participación personal en el doble asesinato de Frank y Pujol, las pagó con su vida poco tiempo después, aun con Batista en el poder.

DAVID JUNTO A NOSOTROS
Su muerte fue un duro golpe. De tal modo lo percibió Fidel en la Sierra Maestra al conocer la infausta nueva: “Duele verlo así ultimado en plena madurez, cuando estaba dándole a la Revolución lo mejor de sí mismo. No sospecha el pueblo de Cuba quien era Frank Pais, lo que había en el de grande y prometedor”. Su cadáver fue arrebatado al enemigo. Su sepelio, imponente, colosal. Vilma Espín Guillois, su muy cercana compañera de lucha relató elocuentemente: “La ciudad entera se quedó vacía mientras se acumulaban más de 20 cuadras en apretada masa (…) Ese día Frank ganó la más grande de sus batallas (…) Me hice la idea de que sonreía”.

Yo estaba recluido en la cárcel de Boniato, en las inmediaciones de Santiago de Cuba, con unos 300 presos políticos, entre ellos compañeros encausados por intentar abrir el Segundo Frente Oriental. Aquella conmoción popular que derivó en una huelga general de corta duración, pero que sacudió a la dictadura, derribó las rejas de nuestras celdas para hacernos sentir junto al triunfante David.

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