Comencé mi vida profesional oficialmente en los primeros días de enero 1962, en el MINREX, nombrada como miembro del Servicio Exterior.
Era una de las recién graduadas de Diplomacia en la Escuela del Servicio Exterior “Manuel Bisbé”, de su primer y único curso de 1961. A inicios de 1964 fui destinada a la Dirección de Prensa Extranjera, y allí conocí al periodista Pedro Meluzá López, muy distinguido por el ministro Raúl Roa García, nuestro querido “Canciller de la Dignidad”.
Al año siguiente, en octubre de 1965, fue fundado el periódico Granma, y se nos pidió colaboración con la página internacional de este medio. Para ese momento, trabajaba en la Dirección de América y me formaba como especialista político en la atención a los Estados Unidos, bajo la dirección de Rodolfo Sarracino. Él era, también, mi condiscípulo en la Licenciatura de Historia en la Escuela de Historia de la Universidad de La Habana.
Mi tarea principal consistía en hacer resúmenes diarios (brief), de una a tres cuartillas, amén de la cronología semanal, acerca de los acontecimientos políticos más importantes del país que atendía, y del estado de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. El resultado de mi trabajo se evaluaba diariamente, junto al de otros especialistas de países de todas las regiones del mundo; los más destacados, según su importancia y urgencia para las relaciones internacionales y la política exterior cubana, eran seleccionados y discutidos en el Consejo de Dirección del MINREX, presidido por Roa.
Así, aprendí a escribir para un medio de comunicación político muy exigente y exclusivo.
De tal manera, uno de aquellos “brief” míos, debidamente ampliado como artículo, fue seleccionado y recomendado por Meluzá a la página internacional de Granma. Con gran emoción vi, por primera vez, mi nombre impreso en un periódico nacional. Hoy día no recuerdo su título, ni su contenido, tendría que buscarlo en un archivo de Granma. Pero, jamás olvidaré aquel momento de asombro y satisfacción, que originó una faceta de mi vida profesional recurrente, la cual he disfrutado siempre. A esa primera publicación, la siguió otra más, igualmente seleccionada.
Desde1976, desempeñando mi nuevo cargo como docente de la Facultad de Arquitectura del Instituto Superior Politécnico “José Antonio Echeverría”, volví a retomarla actividad periodística: publiqué artículos y me integré al Consejo de Redacción de la revista científica del Ministerio de Educación Superior Arquitectura y Urbanismo, de Ciencias Técnicas, todo lo cual me permitió, a partir de 1982, ser miembro de la UPEC. –