Max Lesnik cumplió con la obra de la vida. Es también mi amigo y parte de mi generación que me toca despedir.
No lo puedo olvidar, conocía plenamente mi fe en Dios y me comprendía revolucionariamente, sin prejuicios, en una camaradería de izquierda compartida plenamente, que en su partida definitiva hoy renuevo.
Muchas veces me visitó en sus viajes a Cuba y de nuevo en la vida me toca despedirlo, al igual que lo he hecho con mis otros camaradas de vida.
Aunque mi voz es pequeña de acuerdo con su altura, lo despido con dolor, pero con la esperanza de la vida en el mundo futuro que proclamamos los cristianos en el Credo.
Amigo siempre fiel de Fidel nunca dudó defender la Revolución cubana y siempre fue atacado sin piedad alguna por el Imperio del Norte, revuelto y brutal, que nos desprecia. Max vivió en Miami, destacando siempre por su defensa patriótica de Cuba y su Revolución.
Nada contrario a esa actitud ejemplar se podría decir de él. Fue un luchador del Partido Ortodoxo durante los tiempos grises de la época de la tiranía de Fulgencio Batista (1952-1959).
Max: mi despedida no es un adiós. Es un ¨Hasta Siempre Venceremos¨.
Así lo pienso, así lo creo y así lo expreso con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular