Se acercó como el padre que pide solo lealtad y responsabilidad. Y nacimos hace 54 años aquel 6 de junio de 1970. Se enamoró de la complicidad de hacer un periodismo más cercano a los trabajadores. Y crecimos. Se acostumbró a leer, orientar. Y maduramos. Se abrazó a nuestra sencilla manera de ser revolucionarios desde la inconformidad y la entrega apasionada. Y nos felicitó de puño y letra al cumplir 25 y 30 años.
Esa y no otra ha sido la relación de Fidel con nosotros. La de un líder inmenso con un periódico que logró, según sus propias palabras, ser el preferido en sus horas nocturnas porque daba más información que los informes oficiales. Nunca recibimos más bondad y delicadeza de su parte que cuando en menos de una semana vino dos veces a la redacción preocupado por el paso de diario a semanario en septiembre de 1990, en los albores del período especial. Solo pidió confianza y no desmovilizarnos. Y hemos cumplido con él, soldado de las ideas y de mil batallas.
Mucho significa para este colectivo tener sobre sus hombros el honor de ser diferente más allá del color naranja, de haber creado secciones únicas dentro de la prensa cubana y de contar las historias muy humanas de quienes crean las mayores riquezas de una sociedad. Este 6 de junio fueron 54 años y aún no tenemos canas, ni bastón, ni ganas de jubilarnos.
El compromiso quizás es mayor que cuando Lázaro Peña abogó por la información puntual y diferenciada de nuestras páginas. Hablamos estos años de salarios y leyes; de teletrabajo y COVID-19; de más Revolución y un Martí imprescindible; de un padre que se fue físicamente, pero nos dicta todos los días la enseñanza clave: hacer un periodismo comprometido con la verdad.