4ta Edición

2da Temporada

La unidad siempre salva a Cuba

La unidad siempre salva a Cuba

El líder revolucionario cubano Fidel Castro Ruz fue, durante su vida, un abanderado de la unidad nacional. Su preclaro pensamiento político le indicó, y así se ha demostrado a lo largo de la historia universal que, en política, la desunión corroe y destruye los procesos revolucionarios.

Enemigos de la Revolución, y hasta supuestos amigos, esgrimen como expresión de una supuesta falta de democracia en Cuba –al menos de la representativa que ellos conocen– la existencia de un partido político único en la Isla, el Comunista, fundado en 1965 como símbolo de la unidad política de la Revolución que, dirigida por Fidel, triunfó el 1 de enero de 1959.

La dirección política cubana, con el apoyo de la población, decidió adoptar un sistema partidista único, que expresa el interés de la mayoría de no permitir una hendidura que resquebraje, bajo ninguna circunstancia, la unidad nacional que ha permitido a la Isla, durante más de 60 años, resistir los embates de la agresiva política del imperio estadounidense, formar nuevas generaciones de revolucionarios, enfrentar las crisis económicas bajo las que se han quebrado las economías de la región, y sobrevivir con dignidad y logros sociales evidentes.

Además de que cada pueblo tiene derecho, aunque no siempre le sea posible hacerlo, a instrumentar su política atendiendo a sus intereses nacionales e internacionales. Hubiese sido muy difícil para el proceso político revolucionario sobrevivir si se hubiese impuesto la desunión interna con la creación de diferentes partidos políticos, en el que cada cual defendiera sus propios intereses.

Con seguridad, y la historia lo demuestra en otras naciones de América Latina, que la falta de cohesión política y de una dirección única han destruido –-por diferentes formas de golpes de Estado– los proyectos políticos más avanzados.

De ahí que los cubanos no hayan caído en la trampa, para complacer a los administradores de la Casa Blanca, de quebrantar su unidad a cambio de posibles mejoras en las relaciones bilaterales, y un supuesto levantamiento del bloqueo económico, financiero y comercial que mantiene en tensión este país, e intenta matar de hambre al pueblo e impedir su desarrollo sostenible.

En el caso de Cuba, desde el siglo XIX el Héroe Nacional de la Isla, José Martí, comprobó que la libertad de España no era conseguida porque existía la desunión entre los jefes políticos y militares.

Martí, capaz de avizorar qué sería de Cuba sino se lograba una conducción única, reunió entonces a los patriotas cubanos bajo la bandera del Partido Revolucionario Cubano, con los criterios no de una agrupación clasista sino partidista.

Fidel, con una concepción marxista de la historia, estudioso y seguidor de las ideas de Martí, también lo comprendió de igual manera en su formación política y después como jefe del Movimiento Revolucionario 26 de julio, que era necesario unificar a todos los sectores políticos de la Isla, primero para derrotar la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1959) y después para dar continuidad a la Revolución.

Tras el triunfo de 1959, Fidel fue reconocido por las diversas organizaciones progresistas cubanas como el líder indiscutible que dirigiría los destinos de la nación, y éste, a su vez, adoptó una posición anti sectaria e invitó a la izquierda cubana a cambiar sus banderas por una sola: la de la Revolución.

Además, con el triunfo revolucionario, los políticos tradicionales abandonaron el país y con ellos se llevaron sus partidos burgueses, que no representaban los intereses de las masas populares.

Cuba vivió varias experiencias de intentos de integración, una de las más importantes la creación del Partido Unido de la Revolución Socialista. Esa organización respondía al carácter socialista que tomó el proceso cubano después de la invasión mercenaria financiada por Estados Unidos por Playa Girón en 1961.

Unos tres años más tarde, con la experiencia de tener en sus filas a los mejores trabajadores, se crea el 3 de octubre de 1965 el Partido comunista de Cuba (PCC) y se constituye su primer Comité Central.
Fidel siempre proclamó la unidad como carta de triunfo del proyecto político cubano y la vigencia de su pensamiento vital en estos momentos, no solo en Cuba, sino en América Latina y otros continentes, en los que la integración y la unidad constituyen un valladar a los planes imperialistas de Estados Unidos.

Las últimas contingencias sufridas por Cuba –-energética y meteorológica– junto a la permanente inquisición del bloqueo (carencia de alimentos, medicinas, combustible, entre otros productos y sus graves consecuencias) solo se pueden resolver gracias a la unidad forjada en la Isla durante su historia como nación.

Las demostraciones de solidaridad y de preocupaciones recorrieron la isla cuando se conoció la magnitud del huracán, luego tormenta tropical Óscar, en la oriental provincia de Guantánamo, hasta donde llegaron contingentes de trabajadores de distintos sectores apenas horas después de su avasalladora trayectoria.

Una vez más, olvidando por momentos las angustias personales de una economía que intenta recuperarse sin el éxito necesario, en parte por errores de los decisores políticos y por la otra la presión de la mayor potencia mundial para engullirse la nación, los cubanos, una vez más, dieron muestra de su capacidad de unidad.

Hasta la oriental provincia llegaron todos los elementos necesarios para la supervivencia de los que perdieron parte o todas sus pertenencias. Quienes poco tienen dieron parte de sus mínimos ingresos, y todo el pueblo cubano aportó dinero. ropas, medicinas. El país entero volcado para levantar lo que la Naturaleza arrebató a los guantanameros movilizó a las fuerzas armadas y al Ministerio del Interior para labores de salvamento y construcción de viales emergentes, envió brigadas médicas, medicinas y recursos constructivos. Antes, ahora y después, Cuba se levanta como una sola voz, en la que siempre resuena la de Fidel Castro.