Los periodistas con la profesión “en la sangre” somos muy atentos a cualquier información que merezca conocerse.
Este es el caso del doctor en Medicina Miguel Calixto, conocido como Maikel, hoy médico del hospital ¨Hermanos Almeijeiras¨ quien durante una reunión familiar contó una de sus experiencias inolvidables, y que considero válida para compartir con los lectores.
Era una tarde de domingo en la que unos campesinos lo invitaron a compartir una botella de ron del conocido popularmente por “chispa de tren”, La fiesta se desarrollaba en una zona montañosa e intrincada de Guantánamo, bastante alejada del lugar donde fue asignado para cumplir el servicio social.
De momento se acerca alguien al grupo pidiendo auxilio porque había una niña con un dolor fuerte en el abdomen. Corrió a socorrerla y se da cuenta de que la pequeña está de parto. No es un parto cualquiera: la paciente solo tiene doce años, ni siquiera sabía que estaba embarazada y mucho menos quién era el padre, pero trajo al mundo una criatura en muy mal estado a quien tenía que salvar a toda costa porque estaba en sus manos.
Ante la situación se quita la camisa, pide un trapo suficientemente grande para enrollárselo y se pega el bebé a su cuerpo.
Hay que trasladarlo urgentemente a una instalación médica y el medio de transporte a su disposición es una mula en la que recorrerá un largo camino, lleno de saltos y de peripecias con su preciada carga y su cuerpo convertido en incubadora.
A pesar de tantos inconvenientes esta historia tuvo un final feliz –dijo- porque salvé aquel delicado ser que hoy camina por las calles de su provincia.
El hecho me impresionó tanto que, ahora lo cuento por la solución original y efectiva del problema dada por aquel joven que demostró su humanismo y el valor de nuestros médicos.
Privilegios de una periodista: contar una anécdota de otra persona que la atesora como una experiencia única en su vida.