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2da Temporada

Creta y sus piedras de colores

Creta y sus piedras de colores
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La isla de Creta, la más grande de Grecia y la quinta en tamaño del mar Mediterráneo, tiene una particularidad que la convierte en una de las maravillas de la Naturaleza: las piedras de colores en sus playas, que le aportan una belleza extraordinaria.

Con el tiempo, las olas del mar desgastan los arrecifes, desprendiendo fragmentos que se convierten en piedras. La variedad de colores proviene de la erosión de diferentes tipos de rocas y minerales que componen el archipiélago como cuarzo, mármol y basalto, que se encuentran en la geología de la isla. 

Estos minerales, con diferentes tonalidades, son arrastrados hasta la costa, creando playas con una mezcla única de cantos de bellos matices.

El archipiélago cretense conforma una de las 13 periferias y una de las 7 administraciones descentralizadas de Grecia; hasta principios del siglo XX también se conoció con el nombre de Candía, nombre que proviene del latín candidus (blanco), como la llamaron los marinos y comerciantes italianos del Medievo, con una superficie de 8300 km², una costa de 1040 kilómetros de longitud y una población de unos 620 000 habitantes. Su capital es Heraclión.

Creta fue antiguamente el centro de la civilización minoica (2700-1420 a. C.), que es considerada la más antigua de la que se tengan registros en Europa.

El clima muestra diferencias entre el norte, más húmedo que el sur, debido a la menor incidencia de los rayos solares (sombra al norte y sol al sur); la zona oeste es más húmeda que la oriental. La forma alargada de la isla, 265 kilómetros de longitud, da origen a un déficit hídrico en la zona oriental, porque se encuentra a sotavento de los vientos del oeste.

Su flora es la típica del clima mediterráneo, aunque se encuentra muy degradada por la acción humana. Entre la vegetación arbórea se encuentran el ciprés y el castaño; en la arbustiva, las plantas aromáticas típicas del clima: salvia, tomillo y orégano. También están presentes enebros, retamas, adelfas y mirtos. 

En la antigüedad Creta fue llamada «la isla de los olivos», por la gran extensión de estos árboles y su cultivo.

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