Era ya un hombre con nombre en el periodismo cubano y latinoamericano cuando lo conocí, en 1993, alejado él de los intensos trajines cotidianos de profesional agudo y dirigente gremial, incluso a nivel continental.

Con una modestia sincera, sin ufanarse por méritos bien ganados como fundador de la Unión de Periodistas de Cuba, de la Agencia Prensa Latina y de Radio Habana Cuba, me brindó su ayuda “en lo que estuviera a su alcance” al iniciarme como vicepresidente de esa entidad gremial que él ayudó a crear.

Solo le conocía de forma indirecta al documentarme sobre la tarea que debía enfrentar, junto con un colectivo que debutábamos en la dirección de la UPEC, por lo que me sentí muy honrado con el ofrecimiento.

Baldomero estaba entonces cerca de los 70 años (nació en 1924 en La Habana) pero tenía una vitalidad envidiable y una memoria fabulosa. No había que animarle mucho para que expusiera recuerdos, consideraciones y algún que otro consejo que, al menos a mí, servían de mucho.

No puedo añadir muchos más de sus antecedentes de los que refiere EcuRed: “Desde sus inicios… fue un periodista creativo, dedicado, que con cada trabajo logró demostrar una gran eficiencia. Siempre fue un hombre enamorado de su profesión. Comenzó en el noticiero Tribuna Libre. Fue redactor de deportes, además de trabajar para diarios como Resumen, Acción, La Nación, La Discusión y Finanzas”.

Era un “todoterreno” de la profesión, en la que había adquirido fuerza desde la década de 1950, cuando escribió para las emisoras Radio Reloj y Unión Radio
Su compromiso con la verdad y la justicia le hizo divulgar la lucha revolucionaria contra la dictadura batistiana. En ese período se destacó `por sus trabajos como “corresponsal en La Habana para Visión, una revista editada en Nueva York, pero que tenía gran difusión en los países de América Latina”.

Por su labor fue preso y fichado por el Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC) Al triunfo de la revolución se descubrió su nombre en un listado de opositores que la tiranía se proponía asesinar el día 6 de enero.

En 1959 estuvo entre los fundadores de Prensa Latina y en 1961 pasó a ser subdirector-fundador de Radio Habana Cuba. Participó en la creación de la Unión de Periodistas de Cuba y formó parte de su presidencia en varias ocasiones: en 1974, en el III Congreso de la organización fue electo Secretario de Relaciones Exteriores, y en 1980, en el IV Congreso, Vicesecretario General, cargo que ocupó hasta 1986.  

Adicionalmente Baldomero fue Secretario General de la Federación Latinoamericana de Periodistas, en representación de la UPEC. En 1971 participó en un viaje a Chile, Lima y Guayaquil junto a una delegación de periodistas que acompañaba al Comandante en Jefe Fidel Castro.

Autor de libros como “Fidel, de Iquique a Tierra del Fuego”, “La revolución de Martí”, “Serás cubano” y sobre Pablo de la Torriente Brau, en los que mostró una de sus grandes pasiones: la historia.

Le recuerdo aún muy emocionado cuando en 1999, la Presidencia de la UPEC decidió entregarle, junto a otros 14 grandes profesionales, el Premio Nacional de Periodismo José Martí, Llegó a mi oficina muy agitado aquella tarde para confirmar conmigo lo que le habían comunicado. Confieso que me sobresaltó porque aquel reflexivo veterano, de análisis certero y fina ironía, estaba al borde de las lágrimas por la emoción. Fue una de mis tardes inolvidables en los tres lustros que estuve en la casona de 23 e I que él ocupara él años antes.

Esta experiencia directa con el ilustre colega sirvió para que, en otros casos, diéramos la noticia en visitas personales, a sus viviendas, para que el impacto fuera atenuado con bromas y lindos recuerdos de trayectorias ejemplares.

El 7 de noviembre de 2010, cuando se dio a conocer su fallecimiento, a los 85 años, en una sencilla nota se le describía como “destacado periodista y directivo gremial”. ¡Cuánta historia quedaba por contar!

Aún hoy siento que el gremio cubano, en especial las jóvenes generaciones, estamos en deuda con esa gran profesional y persona que se llamó Baldomero Álvarez Ríos, cuya obra debía de estudiarse sin formalismos ni esquemas, porque en su periodismo y conducta hay mucho que aprender.