A sólo pocas semanas de cumplir su primer año de mandato, el economista ultraderechista y presidente de Argentina Javier Gerardo Milei, recibe una cadena de críticas negativas a su gestión, mientras continúa adoptando medidas económicas que desatan manifestaciones de estudiantes y docentes universitarios, jubilados, y otros sectores, signos alarmantes de un descontento creciente en la sociedad de la nación suramericana y de un modelo económico inviable.
Milei asumió la presidencia el 10 de diciembre de 2023, anunciando una ola neoliberal de privatizaciones y afirmando que «todo lo que pueda estar en manos del sector privado estará en sus manos», decisiones que toma empleando crueldad verbal, burlas y un lenguaje inadecuado, que en las últimas semanas ha causado malestar hasta en la dos veces presidenta y una vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, víctima de los ataques morbosos del mandatario.
En octubre último un centenar de universidades públicas fueron al paro y tomadas por estudiantes y docentes, en protesta ante el veto presidencial a la ley de Financiación Universitaria, aprobado con 160 votos a favor y 84 en contra, por la Cámara de Diputados de Argentina, decreto que aumentaba los fondos para los centros públicos de educación superior.
Como otra forma de presión, estudiantes y profesores de esos centros impartieron clases en las calles, para lo cual se instalaron sillas y pizarras al aire libre, pues como declaró a la prensa Pablo Evelson, decano de la facultad de Farmacia de la Universidad de Buenos Aires (UBA): «aunque algunas instalaciones universitarias han sido tomadas, las clases se dictarán en la vía pública».
«Universidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode», coreaban estudiantes, docentes y otros ciudadanos, congregados en las inmediaciones de la Casa Rosada, sede del gobierno, expresando su descontento con la actual gestión del sistema educativo, acción que se une al octavo paro docente y no docente en las universidades nacionales en poco más de dos meses.
«Queremos que el Gobierno reconozca la educación como una prioridad. No estamos solo reclamando más presupuesto, estamos defendiendo nuestro derecho a una educación de calidad y accesible para todos». «Es fundamental que la educación se mantenga pública y no se convierta en un privilegio», son algunas de las demandas de los manifestantes.
En declaraciones a la prensa, Milei ratificó que «está fuera de discusión» que la universidad siga siendo pública.
«Las declaraciones de Milei nos preocupan profundamente. Plantear la privatización de la educación como solución, es ignorar la realidad de miles de jóvenes que dependen de la universidad pública para progresar», declaró Emiliano Gauna, estudiante de Economía, al periódico La Nación.
El panorama argentino actual también muestra manifestaciones de miles de jubilados, frente al Congreso Nacional, para exigir un aumento de la pensión mínima de 300 dólares mensuales, marcha realizada en medio de un despliegue y represión policial que fue en aumento, en especial tras una votación favorable al gobierno, ya que se necesitaban 83 votos negativos para mantener el veto y se obtuvieron 87, al tiempo que fue detenido uno de los manifestantes.
Los jubilados denunciaron que están entre los más perjudicados por la «motosierra» (equipo símbolo de su campaña electoral) aplicada por Milei al gasto público desde que llegó al poder. La pensión mínima en Argentina es de 234.000 pesos (239 dólares a la cotización oficial), a la que se le suma el equivalente a 70 dólares como compensación para equipararla a la canasta básica, ingreso que, indicaron, «está muy por debajo del gasto promedio de una persona mayor, pues no incluye los gastos médicos ni en medicamentos ni otros relacionados con la edad».
A casi un año del mandato de Milei, la inflación sigue deteriorando el poder adquisitivo en los hogares y la pobreza afecta ya a 25 millones de un total de 73 millones de argentinos (52,9% en el primer semestre del 2024, lo que representa un aumento de 11 puntos desde que asumió el actual gobierno). Esta situación complica la planificación económica de las familias y las empresas, ante el aumento en el precio de productos imprescindibles como, por ejemplo el gas, por encima del 300 %.
Las primeras acciones políticas de Milei se basaron en recortes drásticos en servicios públicos, despidos masivos y reducciones en áreas clave como salud, educación y transporte, que han empeorado la calidad de vida de la población, a lo que se suman la falta de oportunidades y la crisis económica, con muchas familias en una situación desesperada, ahondando la brecha entre ricos y pobres.
Ese estado de cosas se vio reflejado en los datos de una encuesta de la Consultora de Imagen y Gestión Política (CIGP), según los cuales el 34,04 % de los encuestados evalúa la gestión de Milei como muy mala y solamente un 21,28 % la considera muy buena, lo que deja un panorama preocupante: la mayoría de la población tiene una percepción negativa del actual gobierno.
Según el reporte, el 59 % de los interrogados califica la situación general del país como negativa, y el 36,80% muy mala; mientras más de la mitad de los encuestados (el 54,14%) ha recurrido a sus ahorros para cubrir gastos, por el impacto directo de la crisis económica en la vida cotidiana.
En opinión de especialistas, el empobrecimiento de muchas familias argentinas no es sólo una estadística; son vidas rotas y sueños truncados, sin que se perciba que la recuperación socioeconómica esté cerca.
Milei, un presidente colérico
Pero las críticas a Milei van más allá del área económica y social. En estos 10 meses la imagen del inquilino de la Casa Rosada fue objeto de análisis y aunque se dice que un 84,62% de los votantes de su partido La Libertad Avanza, no se arrepiente de haberlo elegido, gran parte de la población lo mira con recelo.
Desde que asumió la primera magistratura, su gestión está lejos de los principios de diálogo, consenso y búsqueda del bien común. La opinión generalizada en círculos políticos y en la población es que el desempeño de Milei hasta el momento, no supone un avance en términos de libertad y en lugar de ello, lo que sí parece avanzar es la dañina controversia y la polarización social, debido a su lenguaje ofensivo, tanto en el ámbito nacional como foráneo.
Al respecto, se recuerda el incidente diplomático con graves insultos de Milei contra el presidente del gobierno español Pedro Sánchez y su esposa, como un claro ejemplo de esa irritación provocada.
Incluso, previo a su visita al Vaticano, en febrero de 2024, Milei había llamado al Papa Francisco, «imbécil», «representante del maligno en la tierra» y «amigo de dictadores asesinos».
Meses después de aquella reunión en la Santa Sede, su Santidad dijo: «En vez de pagar justicia social, pagó gas pimienta» y advirtió que sin buenas políticas redistributivas «el descarte humano se va a extender, dejando a su paso violencia y desolación».
En su mensaje, el máximo representante de la Iglesia Católica deploró la actuación de las fuerzas de seguridad del gobierno de Milei y alentó a los movimientos sociales a no bajar los brazos y seguir luchando en paz por los que definió como «derechos sagrados»: tierra, techo y trabajo.
Se refería a un video, que se conoció en el Vaticano, mostrando a un policía federal argentino cuando rociaba con gas pimienta a una niña de diez años sentada en el suelo junto a su madre, en medio de la represión contra manifestantes que pedían un aumento de las jubilaciones.
Más recientemente, Milei hizo un comentario morboso contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, durante una entrevista con Todo Noticias: «Me encantaría meterle el último clavo al cajón del kirchnerismo con Cristina [Kirchner] adentro». Expresión que tiene lugar, a dos años del intento de magnicidio que sufrió la entonces vicepresidenta del país.
Cristina le respondió: «¿Así que ahora también me queréis matar»?, «Sería bueno que, en lugar de insultar a diestra y siniestra, y amenazarme con mi muerte, encontraras la forma de que los argentinos puedan volver a comer .