Mi comienzo en la radio se produjo en Información Política (IP), un programa para los combatientes de las FAR y el MININT. La apacible vida anterior de la prensa plana, en Verde Olivo, se transformó, muy pronto, en un quehacer constante, donde la inmediatez ocupó todo el espacio posible.
En aquel entonces competíamos con el Rápido de las Siete en Punto, de Radio Rebelde y muchas veces dimos la noticia primero que ellos, lo que se llama en nuestro argot “dar el palo periodístico”. Incluso, hubo momentos que tuvimos la exclusividad total. Recuerdo la agresión chilena al buque mercante Playa Larga. Cuando nos enteramos que los cañonazos estaban a punto de alcanzar al navío en altamar, con destino a Cuba, el director de IP, Omar Mendoza, me envió a la Terminal Marítima Internacional, y por fonía, entrevisté al capitán de la embarcación y algunos de sus tripulantes.
Solo llevaba seis meses en aquel lugar. Era mi primera incursión de envergadura en la radio. Regresé a nuestros estudios e inmediatamente trasmitimos al aire lo que estaba sucediendo, en las voces de aquellos bravos marineros, que se estaban jugando la vida por llevar avituallamiento para el pueblo y el gobierno de Salvador Allende.
Aquello era inmediatez y exclusividad. Yo estaba rebosante de alegría, la emoción me embargaba, y para colmo Mendoza mandó a transcribir las entrevistas y al día siguiente las publicamos en el Periódico Granma. El país se enteró por nosotros de lo que estaba pasando con la embarcación. Esa es la radio: rapidez, inmediatez, gozo, creatividad y emoción.
LA INMEDIATEZ EN LA RADIO
Una tarde fui a cubrir la imposición de la Medalla José Martí al presidente argelino Houari Boumédiène, en el Palacio de la Revolución. Estaba la prensa escrita, la radio y la televisión. Ese día no llevé los aditamentos para tomar el audio de la consola que para esos fines tenía el Departamento Ideológico.
Cuando terminaron las palabras de Fidel y el mandatario argelino, le pedí de favor a Orlando Castellanos que me pasara las grabaciones a mi grabadora. Ese transfer sucedió, en unos diez minutos, desde la salida del Palacio de La Revolución hasta la puerta del edificio del MINFAR. Castellanos me dejó y partió veloz a hacer su reporte para Radio Habana Cuba. Pero cuando llegó ya yo estaba transmitiendo con versión y todo el discurso de Fidel y Boumédiène. Y él lo escuchó y no pudo darle crédito a lo que estaba pasando. Llamó, de inmediato, al director Omar Mendoza y le dijo: ¿cómo es posible que ustedes estén trasmitiendo esa cobertura si yo acabo de dejar, ahora mismo, a Bienvenido en los bajos del MINFAR? Y Orlando Castellanos era un señor periodista con mayúscula. Eso es lo que en radio se llama inmediatez. Así de sencillo.
HOY POR HOY, UN ATREVIMIENTO RADIAL MAYÚSCULO.
Esa sensación la volví a sentir, de nuevo, cuando dirigí el programa Hoy Por Hoy, en Radio Rebelde, poco antes de comenzar el Período Especial. En ese espacio reuní, con la ayuda de Pedro Rojas, a un grupo de periodistas radiales muy profesionales, que no dejaban escapar la más mínima ocasión para dar una noticia. Me acompañaban en esa empresa Perla Marina Alcober, Juan Carlos Roque, Martha Baré, José de Armas, Nancy Aimé Gómez, Lino Hernández e Iraida Rodríguez.
No importa dónde estén ahora y cómo piensen, en aquel momento fueron parte de un atrevimiento radial mayúsculo que nunca podré olvidar. Tal vez, mi mejor experiencia, en todo el tiempo que llevo en la radio, que supera ya los 53 años. Al extremo que me dijeron que tenía que participar en un concurso de la Radio Cubana, empeño que nunca me gustó, pero puse como condición enviar el programa tal y como había salido al aire, sin maquillaje alguno, que era lo que hacían la mayoría de los realizadores. Y así fue, lo enviamos y alcanzamos el primer lugar.
Lo otro interesante que me ocurrió fue que tuve que emplear todos los conocimientos que de psicología había aprendido. Todos los periodistas eran muy profesionales, que era lo fundamental, pero sus características personales eran muy complejas. Recuerdo que hasta tuve que separar de la redacción central a algunos compañeros, sobre todo a José de Armas, quien un tiempo después hizo un aparte conmigo y me puso una mano en el hombro para decirme que él había pensado que no duraría ni quince días en la dirección de ese colectivo por lo difícil que eran. Sin embargo, a los dos meses, ya salíamos en grupo a almorzar en restoranes y otros lugares.
EN HACIENDO RADIO GOCÉ COMO EL QUE MÁS.
Pero luego pasé a dirigir el Noticiero Nacional de Radio, fui su director fundador. Allí también pasé momentos de muchas emociones, aunque ni respirar se podía. Desde que llegábamos a la redacción era montado a caballo todo el tiempo: coordinando con los corresponsales de provincias, analizando las noticias, viendo los comentarios del día y cuando lo teníamos todo listo, tenía que sentarme a hacer trabajo de mesa con los locutores. En fin, una jornada bien agotadora.
Pero cuando llegué a Haciendo Radio a sustituir como director a Jorge Ibarra, quien revolucionó las revistas informativas de la radio en Cuba, mi vida tomó un rumbo inesperado. Se imagina usted llegar a la emisora a las tres de la mañana e irse todos los días a la cinco de la tarde, porque, además, tenía responsabilidades políticas. Entre la inmediatez, los atrevimientos y la responsabilidad, durante tres años, viví de una sorpresa en otra, de una emoción en otra, y, a decir verdad, gocé como el que más.
Era feliz porque hacíamos lo que había que hacer, decíamos lo que teníamos que decir y criticábamos a quien tuviéramos que criticar. Y aquí me detengo un instante porque Carlos Rafael Jiménez, en el móvil, jugaba un papel preponderante y era muy valiente. Desde luego, ese brío me costó que me llamaran a contar en varias ocasiones para decirme que si yo no sabía que navegaba por el filo de una navaja.
Mi respuesta fue que allí me habían puesto para que defendiera los intereses de la Revolución y eso era lo que intentaba hacer, a pesar de algunos ministros y otras autoridades. Pero así y todo seguía siendo feliz, vivía y palpitaba con las noticias, estaba apasionado, enamorado de la radio, el tiempo se me iba volando, era tal el espíritu de entrega y creatividad de los periodistas que daba gusto enfrentarse a cualquier situación, por muy desagradable que fuera.
LA RADIO EN VIVO
Por esos motivos, y ahora que estamos festejando el aniversario ciento uno, quiero decir que la radio tiene que ser inmediata y debe hacerse en vivo, sobre todo aquellos programas que incidan directamente con los oyentes con opiniones, consejos, materiales de autoayuda redactados por psicólogos, sanadores importantes, médicos, científicos, etc. No se saborea de la misma manera cuando es grabado. Cuando usted graba un programa le está quitando el cincuenta por ciento de su energía y efectividad, así como el contacto directo con los oyentes que le imprime más vida y emoción aún. Mi llegada a Radio Taíno me ayudó a ampliar mis horizontes sobre la radio.
Aquello era otra cosa, otra manera de hacer, con un tema que en aquel momento llamaba la atención de la mayoría de la población y de muchos realizadores. La parrilla de la programación era totalmente distinta a las demás emisoras. Había un excelente colectivo de programación, que junto a la dirección crearon un ambiente de creatividad que daba deseos de trabajar y de vivir.
Recuerdo con nostalgia aquellas tormentas de ideas, las discusiones acerca de la programación, las propuestas de nuevos espacios, el mejoramiento de otros, la conquista perenne de nuevos hacedores, de personas cultas y preparadas, de gente con experiencia, de expertos que analizaban los espacios, de los monitores constantes, de los eventos científicos que realizábamos, en fin, aquello era una burbuja creativa en todo su esplendor.
No se me va de la mente los nombres de María del Carmen López Pimentel, Elisabel Díaz Muñoz, Jorge Maletá Cociña y Yamilé Rosada. Eran los tiempos de Camilo Egaña, en De Mañana; Miosotis Parapar, en A Buena Hora y Manolo Luis como director de ese programa; Juan Cañizares con de 5 a 7, que se convirtió luego en el Exitazo; Joaquín Quintero, quien creó excelentes programas de música cubana; Lino Betancourt, un poquito más tarde creó Cita con la Trova, que el mismo escribía el guion y conducía el programa.
A fuer de ser sincero, todo este ambiente de altísima creatividad venía desde los tiempos de Orlando Castellanos, el primer director de Radio Taino. Me inserté en aquel nuevo mundo radial como director de Política Editorial y con los conocimientos que traía de los otros lugares contribuí a conformar un colectivo de periodistas muy trabajadores, responsables y con un gran sentido del deber. Allí simultaneé mis labores de director con las de realizador y cree dos programas, uno de dos horas llamado Oasis de Domingo y otro de veintisiete minutos nombrado De África.
La revista ya tiene veintisiete años de vida. Nació en vivo con siete segmentos: entre la Ciencia y La Ficción, Aprender para Vivir, Egiptología, Numerología Pitagórica, Sóngoro Cosongo, Las técnicas del Feng Shuí y Cómo aprender a vivir con el dolor. Algunos espacios desaparecieron y surgieron otros como Los Tesoros de la sabiduría china y Sexualmente hablando. Aprender para vivir estuvo durante años, primero con el Profesor y psicólogo Guillermo Julio Ruiz Rodríguez y luego con el Siquiatra Oscar Ojeda hasta el día de su muerte.
A decir verdad, esa sección era el pollo del arroz con pollo de Oasis de Domingo, que todos los oyentes esperaban como el pan nuestro de cada día. Era el segmento que no les podía faltar. Ya eso no es así, perdimos a Ojeda y con él al segmento que hacía porque no se pudo buscar y poner un sustituto por falta de presupuesto. Con la desaparición de Aprender para vivir el programa ha perdido cientos de oyentes.
Continuará…