Iba un hombre conduciendo un automóvil por una avenida inmensa de una ciudad. Tranquilo, miraba a cada rato por los espejos para cerciorarse de que iba cumpliendo con todas las normas del tránsito.
A su lado, la esposa, y en el asiento trasero la suegra.
Cuando el hombre ojea por el retrovisor ve que se acerca una patrulla de policía.
Se baja un oficial y de inmediato el chofer pregunta:
Dígame, en qué me he equivocado. Iba por mi derecha, despacio, no tengo focos fundidos…
No, ciudadano, le dice el policía. Usted no ha cometido ninguna infracción. Al contrario, lo paré para felicitarlo: ha cumplido con todas las normas del tránsito. Y como estamos en la Semana del Mejor Chofer mi patrulla lo ha escogido para que reciba el premio de 500.00 dólares otorgado a los cumplidores.
Los tres pasajeros se miraron, y ahí la chofer suelta de un tirón: ¡Qué bárbaro! Con ese dinero ya puedo sacar la licencia de conducción.
El policía atónito, no podía creer lo que escuchaba.
Y medio confundida no fueran a perder el premio por la burrada del marido, la mujer le dice al policía: Mire, no le haga mucho caso, que cuando él bebe empieza a hablar disparates. Y con la misma saca una botella de bebida alcohólica por la mitad que anda rodando por el piso del automóvil.
Entonces la suegra, calladita hasta ese momento, saca la cabeza y le grita al policía: Qué premio ni qué premio, ya sabía yo que este carro robado nos iba a traer problemas….